martes, 25 de diciembre de 2012

Sobre algunas raras apariciones en una finca de los Montes de Toledo






























 (De un informe reciente enviado por la Sociedad Excursionista del Barco de Ávila. Incluido en la Memoria Anual sobre vías pecuarias orientales de los Montes de Toledo. AA. VV., s.f., eds. Orientales de Ávila.

                               Finca El Arreciado.   Toledo.
                               Fotografías:  Iraida Cano
                               Rocas y ramas, grafitos, caminos y agricultura japonesa:  Iraida Cano)




jueves, 13 de diciembre de 2012

Isla Elefante


Nadie llega hasta la isla Elefante. Situada en el extremo noroeste del mar de Wedell, dentro del grupo de las South Shetland Islands, ninguna factoría ni observatorio, ningún campamento de verano se ha instalado jamás en este abrupto islote de elevados riscos, costas inaccesibles y glaciares perennes.

Una descripción contemporánea advertía que en la zona: "El tiempo es normalmente nublado con mucha nieve y los vientos pueden alcanzar las 100 millas por hora". Algunas cartas de principios del siglo XIX daban ya cuenta de ella y de su situación exacta: 61º 08´ S y 55º 07´ W. También daban cuenta de la distancia: a 1253 kms. al suroeste de South Georgia, 935 kms. al sur de las Falkland y 885 kms. al sudeste de Cape Horn. La casi constante presencia de vientos del noroeste hace empero más difícil la travesía a cualquiera de estos dos últimos puertos. La banquisa de hielo cubre regularmente el litoral durante el largo invierno austral.

"Elephant Island was remote, uninhabited, and rarely visited by whalers and any other ships", describiría Ernest Shackleton la isla. Quien no obstante se vería obligado a alcanzarla meses después del naufragio de la Endurance, la célebre fragata de la Expedición Imperial Transantártica. Su propósito inicial, como se sabe, después de la pérdida del barco y la deriva en el hielo hubiera sido el de arribar a Bahía Esperanza o a la Isla Decepción, donde por lo menos: "una pequeña iglesia de madera había sido levantada para beneficio de los balleneros".

En la isla Elefante no había capilla, cabaña, ni nada que pudiera favorecer a los náufragos. La fuerte corriente del Nordeste, que impide a los botes de la Endurance llegar hasta la isla Decepción, les obliga finalmente a arribar a ella. Antes, el capitán Shackleton habría escrito que: "Esta última - Elephant Island - tiene un cierto atractivo para nosotros, aunque, hasta donde yo sé, nadie ha desembarcado allí jamás".

Alcanzaron la isla finalmente el 12 de abril de 1916, dieciséis meses después de haber iniciado la pretendida ruta antártica desde la factoría ballenera de South Georgia.



Elephant Island se encontraba vagamente documentada. En un extremo del profundamente inhóspito Mar de Weddell, nadie presumía de haberla alcanzado o haber desembarcado en ella alguna vez. Incluso el nombre carece de una atribución exacta. Según una versión fue bautizada por primera vez en 1821 por el capitán inglés George Powell, uno de sus primeros observadores. Según otra, el nombre se debe a los balleneros y foqueros de la región, que pescarían en la zona, y la denominaron así a principios del siglo XIX por alguna razón que desconocemos. Algunos han señalado la posible presencia de leones marinos, advertidos por los cazadores. Otros aluden al perfil de la isla, abrupta e inaccesible. También desconocemos los nombres de aquéllos, ni si tuvo lugar alguna vez algún desembarco en la misma. La historia de las navegaciones de los balleneros raramente guardaba una relación escrita, y de sus periplos y descubrimientos al sur del Cabo de Hornos no se conservan apenas registros. Por indiferencia, en algunos casos. Pero también porque los cazadores de focas y leones marinos se cuidaban de exponer en los puertos y comandancias las noticias de sus expediciones, que conservaban celosamente para sí.



La imprecisión había cubierto durante muchos años la exploración y el descubrimiento de estas tierras del sur, las que cercaban el hasta entonces desconocido continente antártico. Durante siglos aún perdurará la idea de la geografía antigua de una Terra Australis Incognita, la cual rodeaba el mundo por su extremo austral y unía, de manera hipotética, las islas de Australia, Nueva Zelanda, Nueva Guinea o las regiones septentrionales más allá de la Tierra del Fuego.

Heredera de una tradición que se remonta al Atlas de Ptolomeo, el continente Anktartikos sigue figurando en los mapas del siglo XVI rodeando al sur las nuevas tierras ya conocidas. En 1531 el cartógrafo Oronce Finé la representa, más allá de la Tierra del Fuego, con la inscripción "Terra Australis recenter inventa, sed nondum plena cognita". En el célebre mapa de Abraham Ortelius, editado en 1570, aparece un colosal continente al sur de todas las islas, con el lema "Terra Australis nondum cognita".

La imprecisión, el anonimato... En 1603 la expedición del español Gabriel de Castilla debió de haber alcanzado los 64º de latitud sur. Pero no se han conservado documentos. (Una relación de la época hablaba de "las montañas cubiertas de nieve" que aquél había divisado hacia el sur). Un testigo holandés, Laurent Claesz, se referiría años más tarde a la llegada a islas desconocidas y mares cubiertos de hielo. En algún momento habrían divisado también, según anota, remotas "montañas cubiertas de hielo". Pero la expedición no había dejado ninguna relación escrita. Años después el oficial francés Pierre Bouvet, intentaría descubrir la tierra del sur descrita por "un semilegendario Binot Palmier de Gonneville". No la alcanzarían, aunque su expedición dio nombre a la isla Bouvet, bautizada así a partir de entonces en los mapas europeos. "Lo más extraordinario - se nos indica en otro lugar - es que el francés la encontrara: me refiero a la diminuta isla Bouvet, de sólo ocho por cinco kilómetros y uno de los lugares más solitarios del mundo, ya que hay una distancia de más de mil quinientos kilómetros en cada dirección hasta la tierra más próxima".



La Terra Australis seguiría figurando en los mapas... Divisada a veces: la distancia, la niebla, la imprecisión la rodearán durante siglos. Ya en fecha tan temprana como en 1504 el florentino Americo Vespucio había relatado en carta a Piero Soderini, su corresponsal desde Lisboa, que "las noches eran muy largas que tuvimos una la del 7 de abril que fue de quince horas (...) En medio de esta tormenta avistamos (...) una nueva tierra de la cual recorrimos cerca de 20 leguas encontrando la costa brava, y no vimos en ella puerto alguno ni gente, creo que era por el frío tan intenso que ninguno de la flota se podía remediar ni soportarlo".

En la "Historia del descubrimiento de las regiones austriales..." se nos informa del incierto viaje en 1605 del general Pedro Fernández de Quirós, al servicio de la Corona de España, en pos del impreciso continente austral. El general, se nos dice, "a los cinco meses de travesía, al encontrarse con una gran isla de las Nuevas Hébridas, la del Espíritu Santo (...) sin más averiguaciones creyó haber llegado a la tierra Australia (...) Dio por fundada la ciudad de la Nueba Hierusalem, de la que sólo edificó una iglesia de madera, pero sí concedió cargos municipales de esa ciudad, que sólo existió en su fantasía".

Un documento holandés anónimo afirmaba que a los 64º se divisaba tierra "muy montañosa y alta, cubierta de nieves, como el país de Noruega, toda blanca que parecía extenderse hasta las islas Salomon". Publicado en Amsterdam nunca se ha sabido el nombre ni la expedición a que hace referencia la citada relación.

No menos incierta había sido la isla Pepys, presuntamente avistada en 1683 por el corsario inglés Ambrose Cowley desde su goleta Bachelor´s Delight. En sus memorias el pirata Cowley afirmaba que: "Seguimos navegando al SO hasta los 47º de latitud. Entonces avistamos al oeste una isla desconocida y deshabitada a la que llamé Pepys. Su puerto es excelente, y capaz de recibir con seguridad a mil buques. Vimos una gran cantidad de aves en esta isla, y opinamos que el pescado debía abundar en sus costas, por estar rodeadas de un fondo de arena y piedra".



 Perfectamente delineada en los mapas a partir de ese momento, la isla Pepys sin embargo nunca volvió a ser divisada. Navegantes posteriores como John Byron, Bougainville, James Cook o Jean FranÇois de la Perouse no pudieron encontrarla, a pesar de las referencias más o menos precisas que Cowley había dado de la misma. En un determinado momento, ya a finales del siglo XVIII, la referencia a la isla  desaparece de las cartas de la zona. Lo cual no sería obstáculo para que en una fecha tan tardía como en 1854 el publicista napolitano Pedro de Ángelis reuniera una profusa documentación sobre la fantástica ínsula, reclamando la propiedad para su aventurera persona.

 Balleneros o cazadores anónimos habrían descendido al sur de los 60º con anterioridad durante estos siglos, y se especula con que alguno pudo haber sido el primero en alcanzar el continente austral. Pero el sigilo encubría sus viajes.

También pudo haberlo alcanzado la tripulación del San Telmo, el navío de línea de la  Armada española, desaparecido en 1819 en aguas del Estrecho de Magallanes. Los barcos que lo acompañaban lo vieron por última vez en medio de una fortísima tormenta dirigiéndose hacia el sur, "con graves averías en el timón y la verga mayor". Cuando meses después el capitán William Smith arriba a las costas de la Antártida encontró en la isla Livingston los restos de lo que consideró era un buque naufragado frente a la playa. Años más tarde el también británico James Weddell escribiría sobre "varias piezas de un naufragio (...) halladas en las islas del Oeste, en apariencia pertenecientes a un buque de 76 cañones, probablemente los restos de un buque de guerra español perdido cuando hacía el pasaje hacia Lima". Sus tripulantes pudieron haber alcanzado la Terra Australis, inadvertida hasta entonces. Pero ninguno sobrevivió para relatarlo. Años antes una expedición comandada por el francés Yves Joseph de Kerguelan había descubierto a su vez, en un viaje al sur del Océano Índico, el archipiélago de las Kerguelen. El oficial, que nunca logró desembarcar en la costa, envió no obstante una optimista descripción del descubrimiento al Almirantazgo, en la que elogiaba el suave clima y el fértil suelo de unas islas que en realidad no había alcanzado. La expedición posterior del capitán James Cook en 1776 sí logró explorarlas, cambiando el nombre de Kerguelen por el de Desolation Islands. (Una cita tardía, del novelista Julio Verne, que sitúa en el puerto de Christmas-Harbour el inicio de su novela austral "La esfinge de los hielos" comentaría que: "El jefe de la escuadra había creído descubrir un continente nuevo (...) y en el curso de una segunda expedición preciso le fue reconocer su error. Pero créaseme: Islas de la Desolación es el único nombre que conviene a este grupo de trescientas islas o islotes, perdidos en medio de aquellas inmensas soledades oceánicas, turbadas casi continuamente por grandes tempestades australes").

La niebla y los hielos seguían cubriendo las supuestas tierras al sur del paralelo 64º. Los tres viajes del capitán Cook, cruzando el círculo polar, habían desvanecido definitivamente la referencia al inmenso continente de la Terra Australis Incognita. "Sin embargo, bancos de hielo impidieron a sus hombres avistar el continente, que era mucho más pequeño de de lo que se había pensado hasta entonces. Cook tuvo el presentimiento de que se encontraba avistando una tierra cubierta de glaciares". 

En 1904 la Expedición Antártica Sueca desembarca en Grytviken, en las Georgia del Sur, para instalar allí el puerto ballenero que años después alcanzaría el capitán Ernest Shackleton en busca de ayuda para los náufragos de Isla Elefante. Alguien anotó que la Expedición habría encontrado numerosos calderos de los siglos XVIII y XIX, de origen español, que habrían sido utilizados "para fundir la grasa de cetáceos, pinnípedos y pingüinos" durante largas temporadas, de las que no se tenía otra noticia. Se trataba, en palabras del capitán Cook, que había bordeado la isla en 1775, de "una tierra salvaje y horrible".

O Livingston Island, al sur del paralelo 60º, avistada por primera vez por el foquero inglés William Smith, en 1819. Las Orcadas del Sur, por James Shields. O Hope Bay, en el extremo norte de la Península Antártica, descubierta oficialmente en 1902 por la Expedición Antártica Sueca. La cual  figuraba ya en las cartas del ballenero George Powell en torno a 1822. Aunque ninguna otra noticia nos da cuenta de ello...



"Me atrevo a afirmar que nadie osará llegar más lejos de lo que he hecho y que las tierras que tal vez se extienden al sur nunca serán exploradas. Espesas nieblas, tormentas de nieve, frío intenso..., es el aspecto horrible del país, de un territorio condenado por la naturaleza a no experimentar jamás el calor de los rayos solares y a permanecer enterrado bajo la nieve y los hielos eternos" había escrito el capitán James Cook en su diario a raíz de la expedición de 1775 en torno a la hipotética existencia del continente austral.
  
Shackleton y los náufragos de la Expedición Imperial tuvieron que alcanzarlas, después de la pérdida de la nave en el Mar de Weddell. "Todo este tiempo estuvimos bordeando la costa bajo altísimos acantilados rocosos y escarpados glaciares que no ofrecían la mínima posibilidad de desembarcar en ninguna parte", afirma Ernest Shackleton en su relato de la malograda expedición de la Endurance.  Agotados por el viaje en los botes, una vez que el hielo se hubiera abierto, los expedicionarios hubieron por fin de desembarcar en una mínima franja de roca, sin ningún resguardo y alcanzada por la marea alta, para finalmente acampar en el llamado Cape Wild, una playa arenosa de unos 200 ms. al nordeste de la isla.

Este lugar, rebautizado como Point Wild, sería el campamento de los náufragos durante más de cuatro meses. En su cruel cobijo construirían una cabaña con los dos botes restantes y los restos deshechos de algunas tiendas, refugio al que bautizaron como Shuggery.


El resto de la historia es bien conocido. El capitán Shackleton junto a cinco tripulantes emprendería el largo y milagroso viaje de más de 1200 kms. en el bote James Caird por el infernal océano austral hasta alcanzar la factoría de Grytviken en las Georgia del Sur. La prodigiosa capacidad del navegante Frank Worsley - el cual declaraba haberse incorporado a la expedición después de un sueño en el que vio cómo Burlington Street aparecía cubierta por bloques de hielo y él navegaba entre ellos - les permitió llegar a la bahía. Posteriormente tres intentos de retornar a Elephant Island desde las Falkland o desde la costa chilena serían infructuosos, hasta que finalmente el 30 de agosto de 1916  el vapor chileno Yelcho al mando del capitán Luis Pardo lograría rescatar a los náufragos de la isla.

Las memorias de Frank Wild, el capitán al mando del azaroso campamento recordarían después que "como la isla Elefante estaba en el extremo exterior de la banquisa, los vientos que pasaban sobre el relativamente cálido océano antes de llegar a ella la cubrían con una constante mortaja de niebla y hielo". Leonard Hussey, el meteorólogo de la expedición, aludiría también a la isla como "almost continously covered with a pall of fog and snow".

Reginald James, físico de la Endurance, otro de los náufragos de la isla, compondría algún tiempo después un conocido poema, en recuerdo de la jefatura de Frank Wild en el campamento de Point Wild

My name is Frankie Wild-o
Me hut´s on Elephant Isle.
The wall´s without a single brick
And the roof´s without a tile.
Nevertheless I must confess
By many and many a mile,
It´s the most palatial dwelling place
You´ll find on Elephant Isle





domingo, 4 de noviembre de 2012

La muerte de Yorimasa





                              "En el sonido de la campana del monasterio de Gion resuena la caducidad de todas las cosas"

                                                                                               Heike Monogatari


El relato ha sido abundantemente recogido por la tradición japonesa. Lo anota Kato en su A History of the Japanese Literature, así como Minner en su monumental The Princeton Companion to Classical Japanese Literature. Aparece asimismo reiterado en el teatro No, esta vez en forma de reflexión moral, con fantasmas que monologan y padecen de remordimientos antes de desvanecerse. Ha sido profusamente transcrito en la pintura y la iconografía tradicional japonesa. (Recordemos, a modo de ejemplo, los sobrios grabados de Kikuchi Kosai). No lo recoge por el contrario el argentino J.L.Borges que en su  "Historia Universal de la infamia" habría parafraseado, de manera memorable, otro suceso de la época: el relato sobre el Incivil maestro de ceremonias Kotsuké no Tsuke, sobre un episodio legendario de finales de la época Heian igualmente. (El director Kenji Mizoguchi recrearía a su vez el relato en su película Los cuarenta y siete samuráis en 1941. O, más tarde, Hiroshi Inagaki en su tardía Chushingura - historia de flor, historia de nieve, antes de recluirse él a su vez en su casa en Kamakura).

Entre nosotros el nombre de Yorimasa aparece citado en la antología El pájaro y la flor de Carlos Rubio. Octavio Paz alude al mismo en su ensayo clásico El signo y el garabato. O, posteriormente, aparece recogido en la rara edición de La poesía japonesa en Ávila del profesor Aurelio Espinosa.

Curiosamente en esta última, de donde tomamos las noticias sobre la trágica muerte del samurai Minamoto no Yorimasa, aparece citada la leyenda dentro de un capítulo donde se defiende la práctica de la ocultación como poética esencial. Y el ejercicio casi mudo de la poesía como una tradición, secular y silenciosa, de los poetas nipones. Recogiendo por contra un episodio - el de la muerte del samurái - que vendría a afirmar lo contrario de lo que aquél había defendido anteriormente a través de su peregrino ensayo.

No en vano el profesor Espinosa había comenzado su opúsculo sobre la lírica oriental en las sierras de Ávila - clandestina en su opinión - con la cita del único haiku que Basho había dedicado al monte Fuji

Lluviosa niebla
que esconde el monte Fuji.
Me voy contento.

en donde toda la celebración del poeta consiste precisamente en no haber alcanzado de ninguna manera el monte, ni siquiera su contemplación.

La escena, como apuntamos, ha sido sobradamente reiterada.

Refugiado en el templo Byodo-in, en Kyoto, tras la batalla de Uiji en defensa del príncipe Michohito, el ya anciano samurai Yorimasa solicita a su joven acompañante, el también samurai Tonao, que lo decapite, para evitar el deshonor de caer en manos del ejercito enemigo. Éste, como se sabe, está comandado por Kiyomori, general de los Taira, ancestrales rivales de los Minamoto.

El Heike Monogatari, el inagotable relato épico de las luchas entre los dos clanes, recoge la escena.

" Yorimasa, una vez que estuvo en el interior del templo, llamó a Watanabe Yojitsu Tonau y le ordenó:

- Córtame la cabeza.

Pero Tonau, afligido por esta orden, se mostraba incapaz de cortar la cabeza a su  señor, aún vivo. Así que, con lágrimas amargas, le dijo:

- Señor, no soy capaz de hacer tal cosa. Pero os prometo hacerlo después de que os quitéis la vida.

- ¡Claro! Te entiendo -contestó Yorimasa. Y volviéndose al poniente entonó diez veces el "Busco abrigo en Amida" en voz alta. Después, recitó con infinita tristeza un poema de despedida. Esto decían los versos:

Planta enterrada
que jamás floreció.
Así de triste
mi vida fue; y, sin dar fruto,
ahora termina.

Tras decir estas palabras, se clavó la punta  de su espada en el vientre, inclinándose hacia delante para ser bien traspasado, y exhalar así el último suspiro".

Esta tradición del zeppitsu o última pincelada no era inhabitual en la poesía japonesa, apunta el profesor Espinosa en su enigmática obra. Antes de pasar a dar cuenta, en capítulos posteriores, de una rebuscada teoría sobre la presencia secreta de la lírica oriental en las tierras de Ávila, de una forma secular e, insistimos, casi clandestina.




lunes, 29 de octubre de 2012

Esperando a los bárbaros



La escena, formidable, aparece en un documental americano - de la NBC, probablemente - sobre el final de la Segunda Guerra Mundial.

Verano de 1945. Después de la rendición del Japón, y de la explosión de las dos bombas nucleares, las tropas de Mac Arthur comienzan a desembarcar en la isla de Kiushu. Están cansadas, después de meses, de años de guerra en el Pacífico. Viajan en camiones, apelotonados, limpios, indiferentes a todo lo que les rodea. Son los últimos días, los trámites finales de una batalla que ha costado millones de muertos, de heridos, de desplazados, de refugiados sin nombre. Con las tropas viajan varios periodistas. Su misión será la de dar cuenta del estado de los damnificados de Hiroshima y Nagasaki, en un intento, infructuoso, de rebatir las teorías sobre los terribles efectos de la bomba meses después de la explosión .El Emperador ha anunciado, en una locución transmitida por la radio a un pueblo atónito, la rendición del Japón. No ha renunciado al trono, pero sí a su condición divina.

Los vencedores cruzan un pueblo sin nombre, de casas bajas. No miran a ninguna parte, ensimismados en su apresurado destino. Solitario, un anciano mira pasar los camiones, los fusiles, las cámaras. De vez en cuando se inclina y saluda solemne y silenciosamente a las tropas. En el pueblo no hay nadie más.

No sabemos nada de él. Su rostro no refleja ningún sentimiento. Sino la exactitud de una cortesía, milenaria y sosegada, que repite en silencio, escrupulosamente.


viernes, 26 de octubre de 2012

El paisaje de la costa




De entre todos los escenarios de la desolación, uno me tiene particularmente fascinado, cada vez que cruzo por él. Yendo por la autopista de Alicante a Benidorm, la margen derecha, la que da al mar, está regularmente edificada. Hay urbanizaciones a intervalos, chalets sobre las colinas, torres en las playas, que se divisan a lo lejos, sobre las curvas de la autovía.

La margen izquierda, hacia el interior, está cubierta por los montes ralos, de caliza gris, que forman el paisaje de la costa al sur de Calpe, desde las huertas de Polop hasta las playas de Almería, y hasta el Magreb, enfrente. Quedan en las laderas yertas los restos de un antiguo bancal de piedra, el esqueleto de un almendro reseco, el tronco sinuoso de alguna olivera. Nada más. Las ramblas de arena y guijarros cortan las colinas, y descienden, secas, hasta el mar. A lo lejos, las paredes de algún antiguo alfaz, en el campo, abandonado ya. Una palmera solitaria marca su ubicación, el recuerdo de la arcaica explanada frente a la casa.

En algún momento, en plena euforia urbanística, alguien decidió construir también en aquellos lugares insólitos. De vez en cuando, en las laderas sobre las ramblas, se ven chalets abandonados, jardines que nunca llegaron a prosperar, un camino de tierra que asciende, sinuoso, por el monte y lleva a un bungalow perdido en lo alto.

En una curva de la autopista, en un bancal, se encuentran tres chalets apartados. Sobre la roca, alguien los construyó rayando el terraplén de la carretera, escondidos en el fondo de una gavia. Detrás de ellos, el monte, la escarpada ladera de piedra. Delante, la autopista, el alto muro de asfalto y metal que los cubre desde arriba. Nada más. El sol, omnipresente, que se yergue en lo alto. Alguna tarde, al pasar, hemos divisado una luz incierta en uno de ellos, que se apagaba al rato. Quién vivirá allí, comentó alguien. Qué crimen ignoto, enorme, se ha podido cometer en aquel lugar, pensamos luego.


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Los restos de los bancales, en la autopista, como una antigua señal, el signo, ya apenas legible, del antiguo paisaje de la costa.

La ocupación de las laderas, del monte arisco, por los bancales, por las terrazas de piedra, como un ejercicio - laborioso e interminable - de apropiación de un escenario, hostil y agreste, por los habitantes de la costa.

Sobre los bancales, aterrazados, se disponen los olivos, los almendros, las garroferas en un fatigoso trabajo, que todos los años tiene que recomponerse para evitar el derrumbe de los mismos, comenzar de nuevo la tarea de sembrar en una tierra que de siempre fue pobre, y árida, y trabajosa.

Los bancales suponen la ocupación de todo el escenario, la apropiación de la tierra. En el centro, sobre algún difícil terraplén, se elevaban los alfaces, las casas de las posesiones, de las fincas del interior.

Son nítidas, elevadas, rectas. En la planta de abajo se encuentra la almazara, el almacén para la oliva o la almendra. La entrada amplia para los carruajes o el desván de los aperos. Cerca, se encuentra el agua, una alberca. En la primera planta, las habitaciones, una terraza a veces, la chimenea. Un ciprés o unas palmeras señalan la ubicación del alfaz a lo lejos, cumplen un cometido simbólico, en medio de la tierra sin señales, seca.

En el extremo del simbolismo, en las fincas nobles, en una esquina se elevaba el oratorio, señalado por una pequeña cúpula de tejado cerámico. En otros, en el extremo de la casa, la capilla, una cruz en lo alto. El territorio había sido finalmente ocupado, de lo ajeno a lo propio, por medio del esfuerzo, del trabajo del mismo. La capilla marca el punto final de la ocupación, se dirige, finalmente hacia su sentido: en otro lugar, trascendente, ya a lo lejos.


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En un viaje en tren, por la costa, de Altea a Alicante, éste, el Tren de La Marina, cruza por incontables urbanizaciones, hoteles, apartamentos escalonados, adosados sobre la costa, en la playa. La mayoría ahora están vacíos. En la ventanas, el cartel de "Se vende". Un teléfono, el nombre de una inmobiliaria acompaña los letreros a veces.

Al regreso, por la noche, las misma urbanizaciones, los mismos carteles. No hay apenas luces en las ventanas, no cruza nadie por las calles, el camino de las urbanizaciones, el paseo de de la playa de San Juan. Y uno piensa en un escenario ausente, terminal, en el que sin duda alguien ha tenido que cometer un crimen, en algún momento, y luego se pierde en una carretera hacia el interior. Pasa los años en el olvido, ya. Nunca va a ser descubierto.


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A la entrada a Benidorm, bajo la autopista, el aparcamiento vacío de unos grandes almacenes, unas naves sobre solares con chatarra, un camino industrial  que termina enseguida y no lleva a ninguna parte. Terraplenes con cardos y furgonetas abandonadas. Por detrás del aparcamiento, se abre la tierra de nadie, una escombrera reseca con las vallas rotas, un almacén cerrado.

El espacio moderno crea esta tierra de nadie, desechada, ausente. Un territorio sin marcas ya - excepto los carteles de la autovía, las flechas del aparcamiento, los luminosos del centro comercial... Alrededor no hay nada. Un espacio sin signos, sin ritual.



lunes, 24 de septiembre de 2012

Las fiestas tardías



Los veraneantes ya se han ido. Esta mañana José, el del bar de la plaza, estaba poniendo las mesas para la terraza, bajo los soportales del Ayuntamiento.

- ¿Para qué pones las mesas, José?
- No lo sé. Como todavía hace buen tiempo...

No va a sentarse ya nadie, comentamos. En el pueblo, la Fuente, no han quedado sino los habituales, los que se encuentran todos los días en invierno. No evocan de ninguna manera la imagen de gente sentada en una terraza viendo pasar la tarde .

Carmen, la del local de al lado; Fátima, la del bar Las Palmeras, también están colocando sillas y mesas. Producen una sensación ciertamente melancólica, en la mañana de septiembre. La iglesia está abierta, enfrente, y de ella salen dos mujeres mayores, con velo. Debe de ser una misa de cabo de año, suponemos, porque no ha habido ningún toque de campanas, de los que anuncian un funeral reciente.

No sale nadie más y las puertas se quedan abiertas.

No cruza ningún vecino por la calle. Entre el bar de José y el de Carmen, en los soportales, hay una cancela pequeña, de madera, que está cerrada casi todo el año. Casi nadie la advierte y así permanece, inadvertida, toda la temporada. Es la puerta de los chiqueros, señaló alguien, para la fiesta. De ahí sacan los novillos, las vaquillas que en el día del Corpus se lidian en la plaza. Nos aventuramos a imaginar lo que habrá dentro, detrás de su ajada apariencia. Habrá un cuarto oscuro, un corral sin luces, un pequeño almacén entre las casas. No sé por qué imagino cajas de cerveza , unos sacos en la pared, que no se sabe qué contienen. En la fiesta ahí se enchiqueran los erales, las vacas. De ahí salen al ruedo luego, al precario coso de carros y remolques .

En el bar, el de José, hay en la barra unos tipos con un mono azul, de trabajo, una secretaria de la oficina de al lado, que baja todas las mañanas a tomar algo, dos jubilados que pasan el rato en silencio . En el local tienen la prensa diaria, siempre. También una revista de toros. Sobre el mostrador, hoy hay unos programas con los carteles de las fiestas de Tamames, la novillada y los encierros para el fin de semana. Frente al largo invierno que se aproxima semejan, de repente, algo así como un anuncio de feria, una vaga celebración en medio de los cortos días del campo, de la sierra en concreto.

Tamames está en un alto, al principio de los montes. Detrás de los restos del antiguo castillo, de la torre de la iglesia y del caserío del pueblo, se alzan ya los riscos, los robledales de invierno. Dicen que este año los bueyes para el encierro van a ir sin cencerros, en señal de luto por la muerte de J., antiguo dueño de aquellos. Nos lo comentó, en la tienda, su cuñada. Situada en la calle mayor, allí venden cabezadas, estribos, sillas vaqueras. Suele haber una tertulia en el interior, y de vez en cuando N. sale al bar de enfrente  y regresa con cafés, con cervezas con las que nos obsequia. No sé si vende mucho. Siempre hay gente en ella.

Era aquella, el silenciar los cencerros, una costumbre antigua, que algunos habíamos leído en libros de historia de las fiestas tradicionales, o en unos reportajes sobre cabestreros viejos que publicaron en Sevilla hace algún tiempo, en una revista que hablaba sobre ganaderías antiguas. Aquí, alguna vez se lo habíamos escuchado a alguien, que citaba el ritual de quitar el badajo a los bueyes cuando fallecía el ganadero, en señal de luto. Para los encierros de este año se va a mantener la tradición, según parece.

Ya en el pueblo otros comentan sobre el cambio del recorrido habitual, en donde los cabestros antes bajaban de la sierra y entraban por la carretera alta para llegar a la plaza. Era un itinerario muy difícil, según cuentan, porque los toros tenían la tendencia natural para escapar al monte, y el encierro transcurría durante mucho tiempo entre fincas abiertas y laderas con peñascales y carrascos.

Ahora se encierra desde la dehesa del pueblo, rodeando las calles por el sur, para entrar en las casas dando la vuelta hacia la sierra otra vez, con lo que se aprovecha la querencia natural del ganado a escapar hacia lo alto, de nuevo. Desde la entrada a las calles además el recorrido está vallado, con talanqueras altas que protegen el camino. Se ha suavizado el salvajismo de antes, lo abrupto y abierto del recorrido antiguo, como comenta alguien. Pero esto es algo que está ocurriendo en todas partes.

La gente en los bares habla de ir al encierro el lunes próximo, a la novillada del martes. El tiempo se ha nublado y sopla un aire serrano que mueve los árboles y las antenas en las calles. Pero no trae lluvia, que se retrasa siempre.

Hay algo melancólico en estas fiestas. Cómo no van a serlo, si ya se ha terminado el verano, el pueblo se yergue, soterrado sobre el monte oscuro, y la fiesta se celebra en torno a los toros, ritual sacrificial y antiguo donde los haya. S. me comenta luego que este año, de todas formas, van a bajar desde la finca suya, ya en el monte. Desde allí arribarán, de buena mañana, a la dehesa y de ésta por las calles, hasta la plaza, donde se han instalado las talanqueras, los tablones para los tendidos. Después, cuando acabe la fiesta, los novillos volverán a la finca, en lo alto de la sierra. S. me invita después a salir a buscar los toros, a encerrar con ellos.

De la sierra venían las sombras, pensamos. El pueblo, Tamames, en el límite entre los llanos del Campo Charro y la montaña, era el centro de la comarca. Hacia acá, las fincas llanas, los encinares, los sembrados, los campanarios a lo lejos. Más allá , hacia el monte, comienzan las tierras oscuras, las laderas sombrías, los riscos de piedra. Del monte bajaba, sigue bajando, el lobo en invierno. Desde la sierra las sombras se ciernen sobre el campo, abajo.

De la montaña van a bajar este año los novillos, para encerrarlos durante la fiesta, en el pueblo. Cuando ésta acabe, volverán al monte, a la sombra de donde surgieron. Melancólica fiesta en la que, sólo por un momento, el de la celebración, se domará lo oscuro, la fuerza, la bravura ciega. Los vecinos lo celebrarán, invitarán a los caballistas, beberán vino, censurarán a los que han dejado escapar las reses, correrán los toros después, comentarán el encierro. Después, aquellos, los toros, retornarán al monte, a lo alto de donde surgieron.








lunes, 10 de septiembre de 2012

Plaza de Santa Ana




De la antigua mitología de la plaza ya sólo quedan los nombres.

El punto de no retorno quizá fuera la reconversión del Hotel Victoria en un hostal cibernético. Había sido el centro de la plaza en otros tiempos. Aunque menos frecuentado que mentado, su sombra, al fondo de la explanada, pesaba sobre todos los lugares que lo rodeaban: la Cervecería Alemana, Viña P., la Pastelería Suiza, Villa Rosa, el teatro Español, el quiosco del ciego, las calles de atrás... En invierno el hotel se aletargaba. Luego, durante los días de San Isidro, parecía recobrar por un momento su papel de centro del barrio. Allí se alojaban los toreros y las cuadrillas y del amplio salón de la entrada salían y llegaban periodistas y banderilleros, apoderados y empresarios, aficionados y forasteros. Y una vasta corte de pedigüeños que en invierno parecía haberse dormido, en Dios sabe qué lugar remoto - al decir del Baroja de La Busca, alrededor del Manzanares y las calles que desde la Puerta de Toledo se sumían en un río que siempre tuvo más puentes que agua.

Luego, la Corte de los Milagros se desperdigaba por los garitos y las calles del barrio toda la mañana para retornar a mediodía al Hotel. Tendrían miedo en el fondo de olvidar el centro, referencia última y secreta de una tradición peripatética. O de perder las entradas para esa tarde que les había prometido un mozo de espadas. Pero siempre volvían al origen, al local en el fondo de la plaza, cuyas torres acristaladas aún presiden el antiguo solar del convento de las Carmelitas.

Ahora el hotel es un recinto ultrasónico, con emblemas de una cadena norteamericana en la entrada, nombres como TRYP o RESORT - impronunciables para los castizos - y autocares con cristales tintados a la puerta. De él entran y salen expeditivas jóvenes con aspecto de modelos vegetarianas y mochilas a la espalda que se suben al furgón de la acera. Siempre hay fotógrafos alrededor, alguna cámara de televisión, un buscador de autógrafos.

A la plaza subía en tiempos J., un amigo de los reventas y banderilleros de la calle de la Victoria que, con una exagerada discreción, se sumaba a veces a la tertulia en la cafetería del Príncipe. Era, lo pensamos alguna vez, el depositario de un repertorio del barrio - y de la ciudad en general - que había desaparecido hacía tiempo y del que él no parecía haber advertido la pérdida.

Su padre, nos contaba, había sido camarero en un colmado de la calle Echegaray. En una época aún anterior, cuando Echegaray, - la antigua calle del Lobo - era todavía la calle de las putas y los colmados flamencos. Y los viajeros que acudían a Madrid en cualquier momento iban allí de alterne y de juerga cantaora por las esquinas. Nosotros habíamos alcanzado a conocer los últimos restos de ese escenario, en forma de decorado remoto en la barra de Los Gabrieles, en donde todavía se reunían unas meretrices añejas, coloreadas y teñidas de un rojo imposible, que parecían aguardar, con hosca dignidad, el retorno del dictador, el general Primo de Rivera. O de alguno de sus ayudantes de campo, últimos clientes de los que el coro de colores semejaba haber disfrutado. Los Gabrieles más tarde, el colmado de la calle del Lobo, había cerrado hacía ya años - fue transformado durante algún tiempo en el inevitable bar de copas para extranjeros extraviados por la acera - pero la barra de la calle y las damas altivas se habían marchado ya antes. 




Otras señales que en su momento apenas supimos leer guardaban las huellas de aquella comarca, antaño feroz, en el centro de la ciudad. Eran signos más remotos todavía. Como los reservados de Villa-Rosa, cerrados al público hacía décadas y a los que se bajaba a oscuras, entre cajas de cerveza y roedores esquivos- y de los que habla por ejemplo el cantaor Pepe de la Matrona en sus memorias. También lo hace el poeta Manuel Machado en algún lugar, el pintor Ricardo Baroja, o el flamencólogo Blas Vega  en su libro sobre los cafés cantantes. Lo hacía el periodista Marcial Suárez en una novela de 1950, Calle de Echegaray, sin ninguna trascendencia, pero que describía el barrio con cierta reiteración.

O, en la memoria de la plaza, se recordaba en voz baja al café Poveda, el oscuro y amplio local de la calle Ventura de la Vega, en donde no penetraba ninguna luz desde afuera y unas cortinas pardas celaban el interior. No había ningún cliente y una bruja rencorosa miraba, acodada en la barra, a los pocos que entraban, tenaz perseguidora de una venganza secreta que, año tras año, acechaba con la misma intensidad a quien silenciosamente aguardaba. Y que, adivinábamos, iba a ser atroz cuando por fin sucediera.

El Poveda, y la taberna sucia de al lado, cerraron un buen día, y nadie pareció advertirlo, pues una existencia aletargada habían mantenido durante aquellos años finales. Luego, con el tiempo, alguien nos relató, o leímos en otra parte, que el café y aquella taberna - en donde sólo daban cerveza caliente y unos altramuces medievales - habían sido el centro de los más canalla y lo más tirado del barrio. Y de que el Poveda tenía fama porque se alternaba con las oscuras putas del café allí mismo, entre las sillas y la barra. Del sótano de la taberna contaban otras historias. Alguna de ellas, entre niños precoces y borracheras sonadas, hacía alusión a una noche flamenca de postín, con los flamencos que se encerraron durante dos o tres días en la cripta, entre seguiriyas cabales o rumbas del Bambino, que por allí paraba a veces.

( fot. Gabriel Cualladó. 1960)

Todas estas historias las conocía bien J. y nos las relataba entre silencios prolongados cuando le animábamos a contarlas. Su mitología personal era dueña de un escenario inacabable y repetido. Que había comenzado, muchos años atrás, cuando se escapaba para ver trabajar a su padre en el colmado de la calle Echegaray y contemplaba de lejos el trajín. Tenía, según nos advertía, que acercarse de incógnito, porque el padre le había prohibido terminantemente que fuera a visitarlo al bar, y ni aún a la calle. De entonces, niño y clandestino, aprendió la leyenda atroz y secreta del barrio.

Al principio, de la calle Echegaray y los pasajes que la rodeaban - el pasaje Fernández y González, la calle Ventura de la Vega, los sótanos de Casa Parra, la terraza del Viva Madrid . Más tarde, mozo ya, su repertorio se iría ampliando. Y entonces llegó hasta Gayango, el centro matinal del toreo, en la calle Núñez de Arce, el bar La Oficina, donde se encontraban apoderados y banderilleros sin trabajo y donde, según la leyenda, un día el Pipo se encontró con el Renco- el Cordobés para la historia- en una ocasión en que iba buscando a otro novillero; la Casa de la Mojama, en la esquina de la Calle de la Victoria, centro de la reventa universal, o el Picardías, el comedor de la calle de la Cruz, sito en el primer piso de una casa destartalada, donde no te daban de comer si no exhibías el carné de mozo de espadas o picador de la comarca de La Sagra, por lo menos. 



Luego, había otras calles, otros lugares ya hacia la Puerta del Sol, más reservados, a los que J. apenas hacía mención. Como la casa de citas que el torero X.  inauguró a su retirada de los ruedos, en el Pasaje de Cádiz. O el colmado de la calle Arenal, frecuentado por lo más selecto del mundo de ultratumba. De la calle Jardines, de la de la Aduana, aledañas a la Puerta del Sol, apenas hablaba, aunque ciertas referencias de Jaime, el crítico taurino - que había descubierto aquellos lugares imposibles con la impagable guía del pintor Luis Claramunt - le hacían sonreír. Y callar .

Con Jaime recreaban un itinerario taurino que el tiempo había hecho habitual, en torno a la plaza. Comenzaba inevitablemente en Gayango, el célebre bar que desapareció hace ya décadas. (Luego se convirtió en "La Trucha", que tenía un punto flamenco en tiempos, pero ya no era lo mismo. Después fue nada). En Gayango, según contaban, se reunía todo el mundo taurino, sin distinción de clases. A partir de ahí, comenzaba la deriva - y las clases, que a despecho de las alpargatas que hoy arrasan el barrio, siempre han existido.

La tertulia mítica, contaba, a la que sólo accedían los elegidos, era desde luego la del café inmediato a la casa de los Dominguines, la Cervecería Alemana. En ella estaban, permanentes, los Dominguín, algún Bienvenida, los Lozano - que tuvieron un enfrentamiento célebre con Pepe Dominguín -, el pintor José Puente, que tenía el estudio en el ático de la casa, los críticos Curro Fetén o Zabala padre, los picadores de Quismondo y los toreros de moda, actual o pretérita, que por allí cayeran.

En el otro extremo, La Oficina, el laberíntico bar de Núñez de Arce, adonde acudían a contratarse los banderilleros sin cuadrilla y los novilleros en busca de apoderado.

Famosa era la costumbre de que en medio de la laboriosa negociación llamaran en voz alta a la joven promesa, con la amenaza de:

"Faustino Molina, al teléfono por favor. Le llama a usted el señor Jardón" - o los Stuick, o Berrocal, o Canorea, o cualquiera de las empresas rutilantes de la época. El interfecto se levantaba, acudía al teléfono y pagaba lo convenido al camarero después. Dicen que la interpelación a veces tenía éxito en las negociaciones, aceleradas por la amenaza de aquella supuesta exclusiva. Dicen. El periplo tradicional transcurría después por el Guernica - donde el vino era el usual de Madrid entonces. O sea, de Arganda y malo - el Sol y Sombra, en la esquina del callejón del Pozo, el inmenso local del Quinto Toro, los tugurios de la calle de la Victoria, donde habitaba la reventa; llegaba después, en camino de vuelta al origen, a Viña P., el bar de la plaza donde se encontraba todo el mundo en la feria, a la cafetería Suiza, y alcanzaba a veces hasta el mismo hotel, vértice de la deriva.

 En el hotel Victoria, la puerta giratoria daba acceso al primero de los círculos dantescos, el amplio salón, adonde podía acudir cualquiera sin tomar nada y esperar a ver quién caía por allí. En el segundo círculo infernal, el salón de entrada al bar, ya había butacas y se desperezaba permanentemente una cansina tertulia de críticos y ganaderos en espera de tiempos mejores. Tenían siempre el gesto de haberlo visto todo antes, haberlo dicho todo el invierno anterior, y apenas miraban al recién llegado, un advenedizo siempre, o a la joven promesa que rondaba los sillones por debajo de las cabezas de toro disecadas.

El tercer círculo era más reservado aún, su acceso casi vedado. Era el  propio bar del hotel, pequeño y de un vago estilo inglés. Su ingreso era casi imposible y sólo los iniciados - o los que soñaban inútilmente serlo - alcanzaban el mismo. Entre otras cosas porque la barra era angosta, los dos butacones inmediatos solían estar ocupados siempre y los precios eran prohibitivos. (Aún recordamos la celebración tras una corrida de otoño en la que los presentes fuimos invitados por un picador andaluz que había alcanzado un vago éxito en aquella tarde en Las Ventas. Al volver de pagar en la barra comentó, con notable tristeza: " Me acabo de dejar el dinero de la corrida..."). El cuarto círculo estaba vetado directamente. Era el de las habitaciones del hotel, escaleras arriba, donde residían los toreros y las cuadrillas. A él sólo tenían acceso los hierofantes del culto.

Por la noche, de vuelta de los toros, el itinerario tomaba otros derroteros. Iniciado quizá con el mismo orden - el Hotel, la plaza, los salmonetes de La Trucha, la mojama de la calle de la Cruz, los fritos de Arlabán - la deriva podía alcanzar más tarde otros lugares, pisos altos de la Casa de Guadalajara o la de Almería, en donde había flamenco. O más privados, los sótanos de algún garito en el barrio, donde se reunían los músicos. O llegarse hasta la calle del Olivar, por Lavapiés, en cuya cripta había bulerías siempre. A partir de ahí el itinerario se hace más oscuro, sus referencias en el mapa se pierden.




Itinerarios privados, mapas de la plaza. En el barrio había otros lugares posibles, por supuesto. Pero estos J. no los recordaba. Eran los de los asiduos del Ateneo, lectores y conversadores tristes, conspiradores eternos, afectados por las mortecinas luces del lugar y el olor a polvo de las estanterías de la biblioteca. O los clientes de las tiendas de antigüedades que ocupaban otrora la calle del Prado. O los rastreadores de libros antiguos en las fascinantes y polvorientas librerías de Lope de Vega, Jesús de Medinaceli, la calle del León o la misma calle del Prado. Pero este itinerario a J. le era perfectamente desconocido. Él, según supimos mucho tiempo después, tras haber frecuentado en forma de asiduo compañero de viaje el mundo taurino y flamenco de la ciudad, había marchado varios años atrás a trabajar a Alemania, en la época de la emigración en blanco y negro y las maletas de cartón. A su regreso, la plaza, las calles aledañas habían iniciado ya el cambio irreversible. Pero él no se dio cuenta. O no quiso dársela.

El hotel había sido abducido. Los locales que citaba en su mayoría estaban cerrados. No quedaban tertulias taurinas a la vista. Los garitos flamencos se habían clausurado. Y del itinerario antiguo y tenaz de la época anterior apenas persistían ahora unos restos mortecinos en forma de citas privadas, encuentros imperceptibles, conversaciones efímeras, que renacían un momento por alguno de los locales de la plaza en los días de feria y desaparecían después.

J. ahora apenas sube al barrio. Cuando lo hace siempre alude a algún lugar, un cantaor, una sala de billar, un banderillero del que los demás - excepto Jaime - lo ignoramos todo.

Una mañana de invierno, atravesando por la calle Embajadores, le vimos cruzando la acera, en su barrio distante y como indefinido. Esa comarca trasera de la antigua estación de las Delicias que se acerca al río, a la M-30, cercana a la ronda de la autopista y es apenas descriptible. Su exilio nos pareció entonces doblemente señalado. Lejos de un tiempo. Y de la plaza para siempre, ya.






viernes, 17 de agosto de 2012

De la deconstrucción y otras salsas



La revista "About Language, Wounds or Not" del Departamento de Crítica Literaria de la Universidad de Georgetown publica en su último número de junio una interesante encuesta, realizada por varios autores, sobre el tema de "La deconstrucción y la nueva cocina". La encuesta, ubicada dentro de la sección "Subject´s Death", solicitaba a los intelectuales convocados que localizaran el tema de la nueva cocina dentro de nuestro país, España, donde al parecer "está ahora surgiendo un espacio privilegiado en el terreno de la nueva gastronomía para observar los límites de la crítica del lenguaje idealista y la cuestión del etnocentrismo y la pérdida del sujeto" en los fogones deconstructivos del país. La revista se abre con una fotografía de Julia Kristeva, en pequeño, y otra de Paul de Man, acompañados de una orla con la efigie de Ferrán Adriá - en grande - como inspiradores de la cosa debajo del epígrafe de "La muerte del autor".

Aunque desigual, la encuesta ofrece algunos testimonios e interpretaciones interesantes.

Así, uno de ellos, es el recogido por el video-artista californiano Nick Ceballos, el cual relata la visita que el pasado año hubo de efectuar al restaurante barcelonés "Escalivada i lenguatge". En consonancia con el nombre del lugar, y con una coherencia que hubiera dejado pálido al propio Joseph Kosuth en los años del conceptual más árido - los de Art and Language de quien Ceballos supuso se habían inspirado para el rótulo - en la carta se ofrecían diversos platos más o menos apetitosos, que el video artista se apresuró a elegir. Pero cuando estos llegaron a la mesa, descubrió que - coherentemente - los accidentes y aún la propia sustancia del menú habían sido sustituidos por un rótulo que colocaban encima de la mesa y en el que figuraba la palabra "salmonetes". O, en etiqueta aparte, "confitura de salchichón".

Nuestro artista, versado en las artes de los 80, y aún en estrategias posteriores, comentó simplemente de la ortodoxia de semejante cocina conceptual, que al fin había sustituido los groseros e imperfectos datos sensoriales - pálido reflejo de un mundo de sombras preplatónico - por el nombre de la cosa. Agradecido por el entusiasmo conceptista demostrado cuando llegó la hora de pagar dibujó sobre el mantel el esquema de una tarjeta de crédito, y después añadió la efigie de unas monedas en rotulador como propina. Seguidamente, cuenta, se marchó a cenar al Tibidabo.

También interesante resulta el testimonio del etnógrafo francés Georges Sauvage, el cual en sus propias palabras relata cómo: "Debido a mis trabajos en el Matto Grosso brasileño, a la frecuentación de las hetairas caribeñas o probablemente a una carencia intelectual innata, yo nunca había entendido muy bien el concepto de la differance, y esa obsesión por la marca y las huellas que sobrevuela todo el pensamiento francés desde hace décadas. Que todo significado fuera opacidad o mella es algo que, después de tanto tiempo en el trópico, no se me alcanzaba.

La semana pasada, sin embargo, almorzando en La Coruña después de un congreso etnográfico, tuve una suerte de revelación acerca de lo que mi ilustre compatriota Jacques Derrida hubiera definido como la errancia original.

En compañía de unos colegas habíamos acudido a tomar a unas tapas a una plaza del lugar y quiso la suerte que entráramos en un bar nuevo que se denomina Gastroteca y que mostraba las huellas de un diseño entre Aldo Rossi y el escenógrafo de Blade Runner. Quizá fuera una premonición. Pues cuando pedimos una tapa de mejillones- que en La Coruña son extraordinarios, como saben todos mis colegas - nos sacaron una suerte de bandejita con espuma y un palillo en donde, por más que lo intenté, no encontré el mejillón por ninguna parte. Al principio pensé que quizá la tapa fuera demasiado sutil para un etnólogo, bretón al fin y al cabo, que en su infancia merendaba los mejillones por paletadas, y que quizá pidiendo dos o tres raciones más acabaría disfrutando de la sutileza y encontrando el mejillón en sí.

Pero a la sexta bandeja desistí y comprendí que, como el objeto en su origen, éste siempre acaba eludiéndonos y no resta, en esta interpretación sin playas ni mariscos, sino la huella de un principio que siempre acaba hurtándose. Entonces recordé el axioma derridiano: "En el origen era la huella".

De otro cariz resulta el relato que en este caso efectúa el propio restaurador, David Trueba, flamante dueño de "El Boletus Perenne"- situado en el madrileño barrio de Pozuelo - uno de los más innovadores chefs de la nueva cocina española, a quien se había solicitado su aportación teórica al tema.

"Hace unos meses - relata el propio David- tuve la fortuna de que acudiera a mi restaurante Boletus el maestro zen  japonés Yoshida Kenko. El maestro, que no habla español, venía acompañado de una especie de secretario, oriental también, que le servía de intérprete. Emocionado ante su presencia - no en vano mi cocina se inspira en su libro "Zen o el arte de la hambruna" - sugerí un menú largo y estético en el cual le fui ofreciendo los productos más sutiles y delicados de mi gastronomía personal. Cuyas fuentes han sido, antes que el Ruperto de Nola, Néstor Luján  u otros mamotretos, el libro de aforismos del propio Kenko, que me han inspirado una cocina sutil y esquiva sobre el arte del vacío, cuyos fundamentos intento aplicar en mi propio local.

Una a una le fuimos ofreciendo al maestro nuestras creaciones más célebres y más evanescentes. Éste no abrió la boca durante toda la noche, ni para decir una palabra ni para probar nada de lo que le íbamos sacando. Por un momento pensé si no sería de su agrado el menú. Pero al punto comprendí que Yoshida me estaba ofreciendo uno de los más sutiles koan de su libro - y de la tradición zen - aquél que revela cuál es el sonido de una palmada cuando se realiza con una sola mano. Su inmovilidad, su desdén eran perfectos.

Al final, el maestro se dirigió en tono cortante a su intérprete, y todos nos acercamos a escuchar qué había dicho.

- Dice el maestro que si no hay cochinillo. Que él ha venido a España a comer cochinillo.

Después de la inmovilidad, yo creo que fue una suerte de acertijo más y con él Kenko me enseñaba la humildad y la paradoja del vacío de sus libros.

El caso es que al día siguiente me dijeron que se había ido a Segovia, a Casa Cándido, en donde repitió. El zen es inagotable".

Por último y last but not least la revista "About Language..." recoge el texto del poeta portugués Antonio de Andrade el cual, breve pero precisamente, expone que:

"Se me ha solicitado por parte de la original revista que ustedes tan dignamente dirigen un texto sobre la nueva cocina española y sus relaciones con la deconstrucción y la muerte del sujeto, o la infinita interpretación y demás acertijos, por decirlo brevemente.

El problema es que mi concepto de la gastronomía, nueva o antigua, cuando viajo a España, es un bar de la Plaza Mayor de Madrid, esquina a la calle Ciudad Rodrigo, en donde por un euro ofrecen un bocadillo de calamares fritos y a cuya cita jamás falto.

Ignoro qué relación puede tener el bocadillo de calamares con la deconstrucción. A no ser que en esfuerzo teórico habláramos del vacío interno calamaril como constituyente del deseo - y de la perpetua errancia en pos del antro de la Plaza Mayor. Pero dada la cantidad de aceite que tienen los bocadillos del lugar me temo que hablar de vacío sería un poco inapropiado.

El otro lugar que frecuento es Lhardy, en donde venden unos callos estupendos. Hablar de callos en salsa, nouvelle cuisine y de la muerte del sujeto, me parece ya excesivo. Aún para un poeta de la Beira Alta".

Aquí termina el texto de Andrade. Y el interesante artículo de Language..., cuyas aportaciones más destacadas recogemos.



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-      AA.VV.     "About Subject´s Death and New Gastronomy"

   en    "About Language, Wounds or Not"   Review    Nº 147,   June 2012,  Univ. of Georgetown     Washington,  D.C.






martes, 24 de julio de 2012

De ficciones




En un relato, cuyo título ahora no recuerdo, se narra la historia de una familia a principios de siglo. Es una narración fascinante. De destierros y encuentros, de alguien que recuerda siempre a otro, de premoniciones, lealtades y diásporas... Por un momento no sé si el relato es real , es la descripción de una familia judía acomodada en la Varsovia de entreguerras, o se trata de una ficción literaria - la novela pertenece a Bashevis Singer, a quien estoy leyendo estos días.

Pero en ese momento la narración ha quedado, de pronto, desvalorizada. Pues la intensidad que le habíamos supuesto al creer que se trataba de un relato real - de historia al fin y al cabo - queda en un segundo plano, devaluada, al conocer que se trata de una ficción literaria.

Cuál es la gloria, la intensidad de lo real; qué intensidad secreta alcanzan las cosas a la que la literatura - de repente - nunca accede. Al modo del mito de Pigmalión, que tantas veces hubimos de citar en tiempos. Toda la fuerza del mito, toda la intensidad del arte semejan , de pronto , inanes , insignificantes, al lado de un momento que nadie - excepto Pigmalión en el mito - alcanza. Esto es, el instante en que la estatua, el deseo, los nombres, cobraban al fin vida. Al lado de su certeza - siempre aplazada - el arte, el relato,  parecen tan inútiles, un instante.

Y ese, el instante inapreciable en que la estatua cobraba vida - un paso apenas, un leve gesto en el sueño del artista - es el que, descubrimos entonces, nunca se producía. Su leve, abismal inutilidad.



lunes, 23 de julio de 2012

Los últimos días



El Imperio

"Alejandro de Roes advertía que, si el Imperio llegaba a ser destruido, desaparecería el orden del mundo".
          - cit. en   Claudio Magris   El Danubio     pg. 95.

"Se evita ya pasar por la orilla izquierda del Tíber, invadida por la arena e impracticable. De la grandeza pasada no subsiste nada, si no es el recuerdo de Eneas, que, antaño, desembarcó en aquellos parajes".
           -   C. Rutilio Namaciano          De reditu suo      ( h. 417 )

"Entre los escombros de las grandes ciudades, únicamente grupos dispersos de miserables poblaciones, vestigios de las calamidades pasadas, testimonian aún ante nosotros los nombres de otros tiempos".

            - Orosio, s. V.


Ponto Euxino

"La región más próxima a la constelación de la Osa del Erimanto me retiene, tierra quemada por el hielo endurecido. Por encima se halla el Bósforo, el Tanais, las lagunas de Escitia y unos pocos nombres de lugares apenas bien conocidos. Más allá no hay sino un un frío inhabitable. ¡Ay!¡Cuán cerca tengo los confines del mundo!".

          -  Ovidio         Tristia           Libro III, 4 bis


Annecy

"Pero durante el verano fuimos dos semanas a Annecy, y al final dijimos que jamás volveríamos allí, porque aquellas semanas habían sido perfectas y ninguna otra época las podría igualar "



" Y finalmente de este período recuerdo haber ido una tarde en taxi entre edificios muy altos bajo un cielo malva y rosa; me eché a llorar porque tenía todo lo que quería y sabía que no sería tan feliz nunca más".

        -    F. Scott Fitzgerald        The crack- up 



Itaca


Y Teoclímeno, a un dios semejante, tomó la palabra:
-  ¡Desgraciados! ¿Qué mal os aflige? Sumidos en noche
vuestros rostros están, las cabezas, las mismas rodillas;
el sollozo os abrasa, las caras se os cubren de llanto;
las paredes chorrean de sangre, las vigas hermosas;
el vestíbulo llenan y pueblan el patio fantasmas
que a las sombras se lanzan del Érebo; el sol en el cielo
se ha eclipsado, una niebla funesta recúbrelo todo".

         - Homero        Odisea ,  Canto XX, 351




"aquello era el final de una época y, por suerte, yo - y creo que tú también - me daba cuenta"

                -  Robert Motherwell        Carta a Jack Greene ,   13-IX- 1946.


La década de los 40]

"No obstante, de un modo paradójico, existía una sensación de que los buenos tiempos llegaban a su fin"
       -    Stephen Spender     World within World   1951

"Pero sólo quien vivió aquella época de confianza universal sabe que desde entonces todo ha sido descenso y ofuscación"

       -   S. Zweig          Die Welt von Gestern 


Praga

"Aludiendo a los últimos años del reinado de Francisco José, Werfel recuerda que la estación, la entonación política, la característica humana de esta época fueron invierno, hielo, crepúsculo y proximidad de muerte".

           - cit. en Angelo Maria Ripellino    Praga mágica    pg. 45



Salzburgo

"Pasé a lo largo de Salzburgo, la ciudad en la que estaba la casa donde había trabajado por espacio de veinte años, sin ni siquiera bajar en la estación. Desde la ventanilla hubiera podido ver mi casa en la colina, con todos los recuerdos de los años vividos en ella. Pero ni siquiera la miré. ¿Para qué? Nunca más la habitaría. Y en el instante en el que tren cruzaba la frontera austríaca comprendí, como el patriarca bíblico Loth, que todo lo que dejaba era polvo y ceniza, pasado convertido en sal amarga".

          - S. Zweig      El mundo de ayer



(fot. Josef Sûdek)

The Waste Land. (1922)

Qué sonido aquél vibrando sobre el aire
aquejado de suspiros maternales
qué hordas son ésas, encapuchadas y errantes que hormiguean
por las llanuras interminables, tropezando en la tierra agrietada,
cercada sólo por el llano horizonte
qué ciudad aquella en la montaña
resquebrajándose, rehaciéndose, estallando en el aire violeta
torres que se derrumban (...) "

     -   T.S. Eliot       ( vv. 367-377      What the thunder said )


La pérdida.

 "¿Habrá patria en el mundo después de la pérdida de Sevilla? "

        -   Abu Beka      ( S. XIII)




El reino de Granada

Y muchos años después de acaecida la conquista, un viejo labrador de la vega de Granada, José Venegas, le decía al piadoso mancebo de Arévalo: "Yo no lloro lo pasado, pues a ello no hay retornada; pero lloro lo que tú verás... todo será crudeza y amargura para quien abrá sentido. Si el rey de la conquista no guarda fidelidad, ¿qué esperamos de sus sucesores? "

          - Cit. en     J. Caro Baroja     Los moriscos del Reino de Granada       1957  (1ª ed.)


The crack-up

" El mundo se hizo trizas en Biskra; las calles serpenteaban por la ciudad como torrentes de blanca lava ardiente. Árabes vendían guirlache y pasteles de un rosa venenoso bajo la llama de faroles de gas. Desde El jardín de Alá y El caid  la ciudad se había llenado de mujeres frustradas. En las empinadas callejuelas de adoquines, titubeamos ante las brillantes pieles de cordero colgadas de los puestos callejeros de los carniceros "

         - F. Scott Fitzgerald,    1931.



K. u. K.

"Al día siguiente, [el conde] escribió una nota para una galería privada de Linz en el dorso de una tarjeta de visita. Después del nombre figuraban las palabras: K.u K. Kämmerer u. Rittsmeieter i. R., es decir, "Chambelán Imperial y Real y capitán de caballería retirado". En toda Europa Central las iniciales "K.u.K. (Kaiserlich und Königlich) ("Imperial y Real") eran el epítome aliterativo de la vieja monarquía dual. Más adelante me enteré de que sólo los candidatos con dieciséis o treinta y dos cuarteles podían aspirar a la llave de oro simbólica que los chambelanes de la corte llevaban en la espalda de sus uniformes de gala. Pero ahora el imperio y el reino habían sido desmembrados y sus tronos estaban vacíos: no había puertas a las que pudieran abrir la llaves de oro, los heraldos se habían dispersado, los regimientos habían sido desmantelados y los caballos habían muerto mucho tiempo atrás".

            -   Patrick Leigh Fermor          El tiempo de los regalos   I


Estación de Feldkirch

"Con lentitud majestuosa entró en la estación el tren, un tren especial, compuesto no de los viejos coches ordinarios, despintados por la lluvia, sino por coches negros y resplandecientes (...) La locomotora se detuvo. Un movimiento recorrió la fila de los que esperaban, aunque yo seguía ignorando el porqué de todo aquello. Entonces reconocí, detrás de una ventanilla del coche salón, la figura erguida del emperador Carlos, el último monarca de Austria, y de su esposa, la emperatriz Zita, que iba vestida de negro (...)

Al fin, el jefe de estación dio la señal. Todos alzaron espontáneamente la vista y comenzó el minuto decisivo. La locomotora arrancó con un movimiento brusco, como si también ella tuviera que hacer un esfuerzo contrario a su voluntad y, lentamente, el tren se puso en marcha. Los empleados lo siguieron respetuosamente con la vista. Luego volvieron a sus puestos, tan cabizbajos como si acabaran de asistir a un entierro. Había terminado la casi milenaria monarquía. Comprendí que regresaba a otra Austria, a un mundo distinto".

           -   S. Zweig             Die welt von Gestern

 Plancouët

"He visto a mi abuela precisada a renunciar a su partida de juego; he visto disminuir el número de sus amigas, hasta que le tocó la vez: fue la última de todas. Su hermana y ella se habían prometido llamarse desde la otra vida tan pronto como faltase una de las dos: cumplieron fielmente su palabra; y la señorita de Bedée sobrevivió un poco más de un mes a la señorita de Boisteilleul. Quizá soy el único hombre en el mundo que sepa que han existido todos estos seres".

         -   F.R. de Chateaubriand           Memorias de Ultratumba


Bizerta

"Creo que se trata de una guerra de cinco años. No acabará hasta que haya pasado otro invierno, hasta que estemos firmes en el continente europeo y hasta que Alemania afronte un nuevo invierno... Ahora sabemos mucho. Ahora sabemos que el mundo conocido hace tiempo que está muerto (...)".

         -   Th. Roosevelt  a  Eleanor,      20 de marzo de 1943



San Petersburgo

"En San Petersburgo hay una revolución" (...) En un intento de darle a su voz la máxima indiferencia, Novski hizo un esfuerzo por calmar el temblor: "¿Perdón?¿Dónde lo ha oído?". El doctor Grunwald replicó que había visto aquella mañana en la ciudad la noticia (...) Sin esperar el café, pálidos como la muerte, Novski y Levin abandonaron apresuradamente el comedor y se fueron en taxi a la ciudad. "Oí, como si estuviera alucinando", apuntó Levin, "el clamor que llegaba desde el comedor y el tañido de los cubiertos de plata, parecido al de las campanillas, y vi, como a través de una neblina, todo un mundo que se quedaba detrás de nosotros y que, inexorablemente, estaba hundiéndose en el pasado como en el agua turbia".

          -   Danilo Kis       Una tumba para Boris Davidovich

Jerusalén

" (...) La señora Vishniac, la de la farmacia, estaba sentada en una silla de mimbre bajo el único farol mandatario y, desde allí, les saludó deseándoles suerte. Dos lágrimas colgaban de sus pestañas pintadas porque poco antes el locutor de Kol Jerusalén había dicho que ya nada sería igual y que comenzaría una nueva época "

         -   Amos Oz          La Colina del Mal Consejo


Lago Mareotis

"La tierra era su única preocupación ahora: árboles heridos por la escarcha, arena envenenada por la sal del desierto, cuencas de agua repletas de peces y gansos; y silencio todo el día (...) Y después, ya de noche, las perturbadoras sílabas plurales de los patos, que se desplegaban en la oscuridad, llamándose unos a otros, contentos o ansiosos: lenguaje cifrado de viajeros. Pantallas de niebla, nubes bajas a través de las cuales irrumpían los amaneceres y los ocasos, con esplendor inigualado, cada uno el fin de un mundo, una agonía en amatista y nácar".

         -    Lawrence Durrell             Mountolive

"Durante la época del viento kamsín la ciudad [ Alejandría ] presenta un aspecto propio del fin del mundo "
                  -     D. J. Enright  

 " - ¿Por qué no abandonamos esta ciudad? "

              -     L. Durrell          Justine,   160


Galicia

" (...) presentanse en el cielo muchas señales de un próximo terremoto. El día antes de las nonas de Abril, feria tercera, luego que el sol se pone toma el cielo por la parte del septentrión un color rojizo como de fuego o sangre, destacándose en medio de la ígnea claridad líneas más luminosas que figuran a modo de lanzas rutilantes. Dura el portento desde la puesta de sol hasta la hora tercia de la noche, más o menos (...) "

" En la provincia de Galicia vense varias señales portentosas. En la era D el día sexto antes de las Nonas de marzo, desde la puesta de sol hasta el canto de los gallos, la luna llena parece como convertida en sangre. Dicho día fue feria sexta ".

" Apoderanse los godos de gran número de cautivos romanos; destruyen las basílicas de los santos, roban y derriban los altares, arrojan de allí a las vírgenes del Señor (...); despojan a los clérigos de sus vestiduras, (...) tienen a hombres, mujeres y niños confundidos unos con otros; expulsan de los lugares santos a todos los que se habían refugiado, y convierten los templos en horribles establos de jumentos, ovejas y camellos; todo lo cual trae a la memoria lo escrito acerca de los castigos con que la ira del cielo castigó a la ciudad de Jerusalén".

      -      Hidacio        Cronicon       (  h.  468 aprox. )


El Gran Pan ha muerto

 "Cuenta Plutarco en su discurso sobre la desaparición de los oráculos de su tiempo, que en el reinado de Tiberio, encontrándose un navío, de noche, cerca de Paxis, una de las pequeñas islas Echinades, cerca del golfo de Patrás (...) en un momento de calma, cuando los tripulantes y los viajeros del barco estaban dormidos, el capitán Thamus oyó una voz sonora, llegada de tierra, que pronunciaba su nombre varias veces.

Thamus no contestó a las primeras llamadas, pero al último preguntó:

- ¿Qué se me quiere ?
- Anuncia en Palodes - contestó la voz - esta noticia: "El Gran Pan ha muerto".

(...) Comenzaron a navegar. Llegaron al sitio indicado, y cesó inmediatamente el viento. Entonces el capitán Thamus avanzó en la proa de su barco, y dirigiéndose a la costa incierta, envuelta en las sombras, gritó con voz tonante:

- ¡El Gran Pan ha muerto!

No había acabado de decirlo cuando se estremeció la tierra y el mar y se oyeron de todas partes gritos, voces extrañas, lamentos y gemidos.

El capitán Thamus repitió:

- ¡El Gran Pan ha muerto!

Y volvieron los lamentos y las quejas".

             -   Pío Baroja        El laberinto de las sirenas


( F. Guardi    Fuoco a San Marcuola, 1789)

La muerte de Guardi

"Francesco Guardi muere en Venecia en 1793. Apenas cuatro años después de su muerte, la República capitula: el arte de Guardi es el último testimonio en Venecia de una sociedad concluida para siempre. El impulso creador que había proporcionado tanto esplendor se extingue".

                  -   L. Venturi      La pintura italiana    1950

El joven dios

 "- Seguramente no harán más que cambiar los nombres - repitió Ganesha, pero entre los dioses se produjo un movimiento de inquietud.

- Cambiarán algo más que los nombres. A mí es al único que no podrán matar mientras las doncellas y los hombres se unan o la primavera siga a las lluvias del invierno. Seres Celestiales no por nada he caminado sobre la tierra. Mis gentes no saben ahora lo que son; pero yo, que vivo con ellos, leo en sus corazones. Grandes Reyes, el principio del final ya ha nacido.(...) ¡Bebed y comed ahora a lo grande!   ¡Bañad vuestros rostros en el humo de los altares antes de que se enfríen! Seres Celestiales, recibid los cumplidos y escuchad los címbalos y los tambores mientras haya todavía flores y canciones. Tal como los hombres cuentan el tiempo, el final está lejos; pero tal como lo contamos nosotros, ya es hoy. He hablado.

El joven dios se calló y sus hermanos se miraron unos a otros largo tiempo en silencio."

               -   Rudyard Kipling        Los constructores del puente



El disfraz de los dioses

"(...) En el momento de la victoria definitiva del cristianismo, es decir, en los siglos III y IV, los antiguos dioses paganos se toparon con los aprietos y las necesidades que ya habían padecido en los tiempos primitivos, es decir, en la época revolucionaria en que los titanes, forzando las puertas del Tártaro, apilaron Pelión sobre Ossa y escalaron el Olimpo. Obligados se vieron a huir de forma ignominiosa, aquellos pobres dioses y diosas, con toda su corte, y vinieron a ocultarse entre nosotros sobre la tierra, bajo toda suerte de disfraces".

                Heinrich Heine   Los dioses en el exilio    1853.


(fot. A. Kertesz)

                                                              Montparnasse

" Hay suficientes fotografías en este libro como para hacerse una idea de cuál era el aspecto de Kiki en los últimos diez años. Escribo estas líneas en 1929 y, en la actualidad, Kiki es un monumento erigido a sí misma y a una época de Montparnasse (...) que la publicación de esta obra ha sellado y cerrado... Después de que, en el período de un año, Kiki se hiciera un monumento, y Montparnasse se enriqueciera y se volviera próspero, y bien iluminado, y bailado,  molido y exprimido (...) y después de que se empezara a vender caviar en el Dôme (...) esta época había acabado. "

       -   Ernest Hemingway            Kiki ( Alice Prin)    Kiki souvenirs          Paris, Henry Broca, 1929.



                                                               La Callejuela de Oro

"Extinguida está la estirpe de los astrónomos, y se han apagado los fuegos alquímicos en las casitas de la Callejuela de Oro, detrás de Daliborka. Y tampoco Tycho Brahe ni Kepler hacen horóscopos ya para el afligido Rodolfo" .

          -    Jirí Karásek Ze Lvocic           Roman Manfreda Macmillena,            Praga, 1907.

                                                            Orlando

" Resultaba algo alarmante... que las cosas se encogieran así. Porque es que todo parecía haberse encogido... los sombreros de copa, los velos de las viudas, las trompetas, los telescopios, las guirnaldas, todo se había desvanecido sin dejar la menor huella en el pavimento, ni siquiera un poco de barro."

              -    Virginia Woolf        Orlando : A Biography         1928, Hogarth  Press


  Alejandria

  At the doors of Africa so many towns founded
  upon a parting could become Alexandria, like
  the wife of Lot - a metaphor for tears; (...)

           -    L. Durrell      Alexandria,       Collected poems, 73




Tánger

" Tánger, durante esos años, fue el paraíso terrenal. Nunca jamás volverá a verse en esta tierra".

         - William Burroughs  ( cit. en Natalie de Saint Phalle   Hoteles literarios)

Cambrai

Al pasar por Cambrai con el rey, después de los Cien Días, busqué la casa en que había vivido y el café que frecuentaba: no pude encontrarlos; todo había desaparecido, hombres y monumentos.

         -   F. R. de Chateaubriand     Memorias de ultratumba      Libro IV


La Unión del Viento Divino

"Una proclama de los Shinpûren ("Unión del Viento Divino") decía lo siguiente:

Continuaremos caminando por la auténtica senda nacional y no nos doblegaremos ante la afrenta infame con que pretenden arrebatarnos las espadas y cortarnos el pelo".

           -  Kyohi Watanabe    Shinpûren to sono jidai     Fukuoka, 1977.



Quomodo sedet sola civitas

"Bridey y el obispo han cerrado la capilla de Brideshead. El réquiem por mamá fue la última misa que se celebró allí. Después de enterrarla entró el cura, (...) retiró la piedra del altar y la guardó en su bolsa. Luego quemó las hebras de lana con el santo óleo y aventó las cenizas. Vació la pila de agua bendita y apagó la lamparilla del Santísimo. Abrió y vació el sagrario, como si a partir de ese momento siempre fuera Viernes Santo.(...) Me quedé allí hasta que se hubo marchado, y entonces, de repente, ya no hubo capilla: sólo una estancia con una decoración extraña. No puedo describirte lo que sentí. Nunca has asistido al oficio de tinieblas, supongo.
- Nunca.
- Pues si hubieras presenciado esa ceremonia, sabrías cómo se sentían los judíos con respecto a su templo. Quamodo sedes sola civitas... Es un cántico precioso. Deberías ir una vez, sólo por oírlo.
- ¿Sigues intentando convertirme, Cordelia?
- Oh, no. Todo eso también se ha acabado. (...)"

             -   Evelyn Waugh       Retorno a Brideshead   1945



1920

"La edad heroica de su ideal, espeta Naphta a Settembrini, ha pasado hace tiempo, ese ideal está ya muerto y los que acabarán definitivamente con él están a las puertas (…) El secreto y la exigencia de estos tiempos no residen ya en la liberación y el desarrollo del yo. Lo que necesita, lo que está pidiendo, lo que acabará teniendo, es el terror".

           -   Thomas Mann   La montaña mágica    1924

Belgrado
 
" (...) ¿Qué había ocurrido para que el mundo cambiase de ese modo? ¿Pero acaso realmente había cambiado? Seguía teniendo el mismo aspecto de siempre; los campos, la casas, el cielo y la luna eran como antes, pero algo detrás de las cosas había cambiado; lo visible permanecía igual, pero lo invisible era distinto; en el interior de las gentes el mundo cambiaba, se disolvía, se hundía ; cada uno lo sentía, aun no siendo más que un campesino polaco que nunca había visto nada del mundo, o si lo había visto no lo había observado. Era un fin del mundo. ¡Cuántas veces ya se había hundido el Mundo! (...)"

         Alexander Lernet- Holenia       El estandarte        1934.

La Reforma

"Según la visión de los Viejos Creyentes, las reformas [ de Nikon ] eran obra del Anticristo, y una señal de que el fin del mundo estaba próximo".

          -   Orlando Figes      El baile de Natacha


La Revolución Francesa

" { Cagliostro }... las casas todas de los hombres, destrozadas; las montañas mismas, descortezadas y hendidas, los valles negros y muertos: ¡Es un mundo vacío! ¡Compadeced a los que nacerán entonces! Un rey, una reina... arrojados al vacío... la iscariota Egalitè, igualmente arrojada; tú, lúgubre De Launay, con tu lúgubre Bastilla; las familias y las gentes todas; cinco millones de hombres que se destruyen entre sí. Porque ese es el fin del Imperio de la Falsedad (que es la Oscuridad y el opaco Grisú) y el incendio, con un fuego insaciable, de todos los calesines que hay sobre la Tierra".

          -   T. Carlyle     La Revolución Francesa     1837


"El invierno de 1788-89 fue muy frío. La laguna de Venecia, helada, podía ser atravesada a pie (...) En París, el Sena se llenó de témpanos "

             -   Jean Starobinsky       1789. Los emblemas de la Razón         Madrid, 1988



Constantinopla

" Toda la Ciudad era un campamento de tiendas, una Ciudad desierta, muerta, desnuda, muda, sin forma ni belleza ".

"¿Qué fue de los tesoros del Templo ? ¿Qué puedo decir, qué puedo contar? (...) Los perros destruyeron rápidamente las sagradas imágenes y robaron los ornamentos: cadenas, candelabros, el ajuar del sagrado altar, lámparas, cálices, fueron destruidos o robados. Los ricos y sagrados objetos depositados en la Sacristía, hechos de oro, de plata o de cualquier otro material precioso, todo lo amontonaron en un instante, dejando el templo desierto y vacío, sin nada".

                                                    -    Ducas            Historia turco-bizantina        (1462)


                                                                                ( fot. Ángeles san José)
Última Roma

" Desearía decir algunas cosas sobre el Imperio ortodoxo de nuestro dominador; él es el único zar de los cristianos, el caudillo de la Iglesia Apostólica que, en lugar de estar en Roma y Constantinopla está en la bendita ciudad de Moscú. Ella sola brilla sobre todo el mundo más clara que el sol. Pues, sábelo tú, piadoso. Todos los reinos cristianos han pasado y en lugar de todos ellos está el reino de nuestro dominador, según los Libros Proféticos. Éste es el Imperio ruso. Pues dos Romas han caído, la tercera está en pie y no habrá una cuarta ".

             - de la    Carta   del monje Filoteo al gran Príncipe Basilio III.  Monasterio de Eleazar de Pskov. 1524.



Campo de Marte

" (...) se pretendía que [la epidemia de Roma en el año 167] había llegado de Oriente, de Babilonia y que era el castigo de un sacrilegio: el de un soldado que había abierto imprudentemente una cajita de oro contenida en el templo de Apolo en Seleucia, y que de ella había escapado el mal, para difundirse por toda la tierra. O bien había salido de unos subterráneos profanados por los soldados, bajo el templo del mismo Apolo, o bien el autor de el mal había sido Avidio Casio, quien saqueó y destruyó Seleucia después de haber prometido no hacerlo. Algunos declararon que se acercaba el fin del mundo. Un hombre encaramado a una higuera en el Campo de Marte arengaba a la multitud, diciendo que el fuego del cielo iba a caer sobre la Ciudad, y que el fin del mundo llegaría cuando él cayese de la higuera y se transformara en cigüeña. Por último se dejó caer del árbol, y soltó una cigüeña que tenía oculta entre las ropas".

            -   Pierre Grimal       Marco Aurelio 


Un fantasma

"Me siento como un fantasma vagando por un mundo que se ha vuelto extraño. No puedo alejarme de la vieja forma de componer, ni adoptar la nueva. He realizado esfuerzos intensos por sentir el estilo musical de la actualidad, pero no lo consigo (...) Siempre siento que mi propia música y mis reacciones a toda la música siguen siendo las mismas en un sentido espiritual, en eterna obediencia al mandato de crear belleza (...) La nueva clase de música no parece salir del corazón, sino de la cabeza. Sus compositores piensan, más que sentir. No poseen la capacidad de hacer que sus obras se eleven: median, protestan, analizan, razonan, calculan y se inquietan, pero no se elevan ".

             - ( Leonard Lebling )   Entrevista con     Sergei Rachmaninov       en  The Musical Courier, 1939.


Castilla

En la ciudad no cantan los perailes. De los oficios viejos del cuero y de la lana, casi todos han desaparecido; es que ya por la ancha y parda vereda que cruza la vega no se ve la muchedumbre de ganados que, antaño, al declinar el otoño, pasaban a Extremadura. No quedan más que algunos boteros en sus zaguanes lóbregos; en las callejas altas, algún viejo telar va marchando todavía con su son rítmico. La ciudad está silenciosa: de tarde en tarde pasa un viejo rezador que salmodia la oración del Justo Juez. Los caserones están cerrados. Sobre las tapias de un jardín surgen las tapias agudas, rígidas, de dos cipreses. Las campanas de la catedral lanzan - como hace tres siglos - sus campanadas lentas, solemnes, clamorosas .

                      -    Azorín            Castilla


Los Bárbaros

"Los Bárbaros, que habían penetrado en las Españas, las devastan en luchas sangrientas. (...)

Encrueleciendose igual el azote de la peste, el tiránico exactor roba y el soldado saquea las riquezas (...) Reina un hambre tan espantosa que, obligado por ella, el género humano devora carne humana y hasta las madres matan a sus hijos y cuecen sus cuerpos. Las fieras, aficionadas a los cadáveres de los muertos por la espada, por el hambre y por la peste, destrozan hasta los hombres más fuertes (...) De esta suerte, exacerbadas en todo el orbe las plagas del hierro, del hambre, de la pestilencia y de la muerte, se cumplen las predicciones que hizo el Señor por boca de sus profetas".

       - Hidacio   Cronicón XV-XVI




Berlin 1932

Esta noche, por vez primera este invierno, hace mucho frío. El frío glacial paraliza la ciudad en un absoluto silencio, parecido al silencio de un ardoroso mediodía de verano. En el frío parece como si la ciudad se contrajera hasta quedar reducida a un puntito negro, no mucho mayor que otros centenares de ellos, aislados y difíciles de encontrar en el enorme mapa de Europa. Fuera, en la oscuridad, más allá de los últimos bloques de viviendas, donde las calles terminan en jardines recién parcelados, rígidos de escarcha, está la llanura prusiana.

          -      Christopher Isherwood          Diario berlinés (1932-1933)


Las velas rituales

" (...) Quizá fueran las velas rituales que lucían en el cuarto pintado de azul del cochero judío, Manes: velas que se iban consumiendo, hacia su propia muerte, fuertes y seguras, casi alegres. Tres velas de un amarillo dorado metidas en botes verdes de cerveza. El cochero Manes era demasiado pobre para comprarse candelabros de latón. No eran más que unos troncos de vela, y a mí me pareció que simbolizaban el fin del mundo, que, esto yo lo sabía, se acercaba".

     -        Joseph Roth         La Cripta de los Capuchinos


La Diáspora

"Salieron de las tierras de sus nacimientos chicos y grandes, viejos y niños, a pie y caballeros en asnos y otras bestias, y en carretas, y continuaron sus viajes cada uno a los puertos que habían de ir; e iban por los caminos y campos por donde iban con muchos trabajos y fortunas; unos cayendo, otros levantando, otros muriendo, otros naciendo, otros enfermando, que no había cristiano que no hubiese dolor de ellos y siempre por do iban los convidaban al bautismo y  algunos, con la cuita, se convertían y quedaban, pero muy pocos, y los rabíes los iban esforzando y hacían cantar a las mujeres y mancebos y tañer panderos".

          Andrés Bernáldez, cura de Los Palacios       cit. en Joseph Pérez      Historia de una tragedia...


La Belleza

"En mi pintura, intento expresar la belleza divina, cosa que en nuestra época resulta muy difícil porque nos interesamos sólo por la fealdad (...)

Me resulta insoportable pensar que tantos sitios en otros tiempos tan agradables para vivir se han transformado hoy en día en lugares industriales o megápolis sin arquitectura, llenas de ruido y máquinas. El París que conocí antaño ya no existe. En cierto modo mi pintura habla de un mundo desaparecido .

Mi pintura es el recuerdo de un mundo que ya no existe".

         -    Balthus           Conversaciones


"Escribo principalmente novelas, pero me pregunto si la novela es todavía la forma literaria o artística más adecuada para la época y, también, si la era de la novela y hasta de la literatura misma no estará llegando a su fin (...) En el Japón casi un siglo después de la importación de la literatura occidental, nada ha alcanzado las alturas de la literatura japonesa representada por Murasaki Shikibu del periodo Heian o por Basho del período Tokugawa, y la literatura está probablemente declinando y debilitándose".

      Yasunari Kawabata     "El descubrimiento de la belleza"  Hawai, mayo 1969.


( fot. Josef Sudek)

 Praga

" ¿Dónde está el matemático Josef Salomo ben Elijahu Delmedigo de Candía ? ¿Dónde el analista y astrónomo David Gans? ¿Dónde el carnicero David Koref ? ¿ Dónde los rabinos Zeeb Auerbach y David Oppenheim ? ¿ Dónde Rabbi Jehuda Löw ben Becalel ? ¿ Dónde está Mordechaj Maisl ? ¿Y Frumeta, su segunda esposa ? ¿Y Hendel, la esposa del Hofjude Jakub Basêvi de Treuenberk, en cuya tumba se decía que había sido inhumada una reina polaca ? "

- Angelo M. Ripellino      Praga mágica        1973, Einaudi

( fot. Josef Sudek)


Paris, segundo Imperio

" Tanto Bloy como los hermanos Martin podrían haber proclamado lo que se cuenta de Baudelaire un día al entrar en una brasserie: "¡Aquí huele a destrucción...!". Sus amigos le decían que no, que lo que olía era al sudor de las camareras y a los guisotes que servían; pero él insistía; "¡Aquí huele a destrucción!" (...) Sólo Baudelaire parecía consciente de que el mundo había sido destruido; los demás no lo notaban, tan acostumbrados estaban ya a vivir entre ruinas "

- Cit. en   Ángel González     El esplendor de la ruina    Barcelona, 2005



Los profetas de Ávila

" A finales del siglo XIII (...) rabinos y profetas de Ávila y Ayllón anunciaron para el año 5055/1295 la llegada del Mesías, que sería precedida por una serie de fenómenos extraordinarios y el sonido de un gran cuerno. Muchos judíos se prepararon entonces para aquel acontecimiento que los sacaría del exilio, ayunando y repartiendo limosnas".

-    Joseph Pérez      Historia de una tragedia 



Dublin

"La primera imagen que acude a mi memoria, cada vez que me invade la nostalgia de Londres, es la de las apacibles perspectivas de Bloomsbury, calles todas ellas de una sola fachada de simétricas ventanas con el verde telón de un square. Pero a partir de ahora, otra imagen, más fascinante, va a superponerse a ésta. La imagen de los barrios georgianos de Dublin, los que ya se están cayendo a la izquierda del río, los que todavía conservan cierto decoro a la derecha: todo lo que queda del Dublin del siglo XVIII, que fue una de las capitales de una Europa civil ya desaparecida".

-   Mario Praz     Gusto neoclásico

Grecia

"Llegué a tiempo a Grecia para conocer una forma de vida antigua e íntima. Es imposible olvidarla ahora que se ha ido para siempre. Me sentí abrumado por la generosidad de su gente, por el interés que el viajero solitario despertaba en quienes no habían visto en su vida un extranjero, ni aprendido a leer, ni viajado jamás a una ciudad o que habían emigrado a los suburbios de Atenas llevados por una necesidad que escapaba a mi comprensión... Olvidarlo sería (...) traicionar a aquellos que en su gran mayoría están ya muertos".

-      Kevin Andrews         The Flight of Ikaros
  

Las ruinas de Palmira

" Todos los días encontraba en mi camino campos abandonados, pueblos desiertos y ciudades en ruinas. Con mucha frecuencia encontraba también monumentos antiquísimos y reliquias de templos, de palacios y de fortalezas, de columnas, de acueductos y de mausoleos; y este espectáculo excitó mi espíritu a meditar sobre los tiempos pasados, y trajo a mi mente pensamientos graves y profundos"

- Conde de Volney        Las ruinas de Palmira     1791

  

Los días posteriores

" [ Kujikkajò o Noventa Artículos ] También nos habla sobre ese Incienso- Paraíso del cual todo creyente debería acordarse por el perfume del incienso terrenal : "En el Trigésimo-Segundo Voto para la obtención del Incienso Maravilloso está escrito: Que el paraíso está formado por cientos de miles de diferentes clases de incienso, y de sustancias incalculablemente preciosas; su belleza excede incomparablemente cualquier cosa en los cielos o en la esfera del hombre; su fragancia perfuma todos los mundos de las Diez Direcciones del Espacio; y quien percibe ese aroma practica acciones del Buda. En tiempos antiguos había hombres de superior sabiduría y virtud quienes, por razón de su voto, obtenían percepción del aroma; pero nosotros, que hemos nacido con inferior sabiduría y virtud en estos días posteriores, no podemos obtener tal percepción".

- Cit. en       Lafcadio Hearn      En el Japón espectral      1899




Terremoto

Madrugada. En silencio reposa la gran villa
donde de niño supe de cuentos y consejas,
o asistí a serenatas de amor junto a las rejas
de alguna novia bella, timorata y sencilla.

El cielo lleno de constelaciones brilla;
y su oriente disputan suaves luces bermejas.
De pronto, un terremoto mueve las casas viejas
y la gente en los patios y calles se arrodilla

medio desnuda, y clama: "¡ Santo Dios! ¡Santo fuerte!
¡Santo inmortal!" La tierra tiembla a cada momento.
¡Algo de apocalíptico mano invisible vierte!

La atmósfera es pesada como plomo. No hay viento.
Y se diría que ha pasado la Muerte
ante la impasibilidad del firmamento.

-   Rubén Darío        (1912 )

                                                                        (fot. Josef Sudek)

 Velada en Hradcany

"Se inició una partida de whist, a la luz de dos velas en el rincón de una sala oscura, entre el rey y el Delfín, el duque de Blacas y el cardenal Latil. Yo era el único testigo junto con el profesor de equitación O´Hégerty. A través de las ventanas cuyos postigos no estaban cerrados, el crepúsculo mezclaba su palidez con la de las velas: la monarquía se apagaba entre dos claridades moribundas".

- F. de Chateaubriand      Memorias de Ultratumba      Libro XXXVII


La partida de Sarastro

CORO
(después de la partida de Sarastro)

La verdad no volverá
 a extenderse sobre la tierra
en su plena claridad.
Tu camino superior
está ahora terminado;
Nos rodea
la noche profunda .

-   La Flauta mágica.  Música W. A. Mozart. Libreto de Emanuel Schikadener.
Escenografía J.F. Schinkel.




La antigua África

" (...) A propósito, ¿qué te pareció la trucha ahumada? 
- Un poco seca - se quejó el doctor Percival -, en comparación con las del Reform.
- ¿ Y el asado de buey?
-  ¿No te pareció un poco demasiado hecho?
 - Eres un hombre imposible de satisfacer, Emmanuel. ¿Un cigarro?
- Si es un auténtico habano....
- Por supuesto.
- Me pregunto si los conseguirás en Washington.
- Dudo que la entente haya llegado hasta los cigarros. En cualquier modo, la cuestión de los rayos láser tendrá prioridad. ¡Qué juego éste Emmanuel! A veces me gustaría volver a África.
- Ah. ¿Dónde estará la antigua África?
- Sí, tienes razón. La antigua África.
- Ha muerto para siempre (...) ".

                  -   Graham Greene         The Human Factor     1978.



Son Carrió

" (...) Aixó es el llit de gala i aquest el tocadó.
Daurades les mol-lures, forrat  de satí perla,
aquesta fou la gabia d´aquella tortorel.la
qu´aquí deixa per plomes el sabó començat
i aquesta cinta blanca i el guant abandonat
i vint carnets que contan els balls que si ballaren;
i aquests capolls, memoria de flors que conversaren,
la trasparent bugía que fou son darrer llum,
i el pots uberts qui tenen un rastre de perfum "

- Miquel des Sants Oliver    Castell Buit 
 ( cit, en Lorenzo Vilallonga   Las tentaciones   )

( Ángeles san José   Fade to Black )

La Ciudad Eterna

"Parece que el mundo está amenazado de próxima ruina, y tan sólo anula nuestro temor el ver que la ciudad de Roma subsiste en estado floreciente. Pero cuando esta cabeza del Universo haya caído y sólo sea un montón de ruinas (según la predicción de la Sibila) no habrá motivo para dudar que el fin del mundo ha llegado ya. Es ésta la ciudad que todo lo sustenta y cuya muerte señalará el fin del mundo".

- Lactancio,     s. IV


 Las ruinas de Roma

" Trofeos sin un destino reconocible, templos dedicados a no se sabe qué dioses, pórticos abandonados, lápidas sepulcrales anónimas y mausoleos medio enterrados materializan la presión del tiempo (...) "

- Sabine Forero Mendoza   en   El esplendor de la ruina    Barcelona, 2005




Los amigos de Poggio Braciolini

"Y estábamos sorprendidos - continúa Poggio - sea por la antigua grandeza de los edificios desplomados y las vastas ruinas de la ciudad antigua, sea por la colosal debacle de tanto imperio: asombrosa y verdaderamente deplorable mutación del destino".

- Poggio Braciolini     Varietate Fortunae     1448.



Presagios

"A la mañana siguiente los constantinopolitanos despertaron y encontraron la ciudad cubierta por una espesa niebla. (...) Todo estaba acallado, silencioso, invisible. La extraña atmósfera acentuó la sensación de histeria. Era como si el propio clima estuviera socavando la voluntad de los defensores. Solo podía haber una explicación para esa niebla tan atípica en esa época del año: indicaba "la partida de Dios, que había abandonado la ciudad, renunciado a ella y le había dado la espalda por completo. Pues Dios se esconde entre las nubes y así aparece y de nuevo desaparece". Al atardecer la atmósfera se enrareció todavía más y una "gran oscuridad empezó a reunirse sobre la ciudad".

- Roger Crowley     Constantinopla 1453.


Los dioses de Egipto

" Un tiempo vendrá en que parecerá vano que los egipcios hayan servido a la divinidad con piedad en sus corazones y con un culto asiduo (...) Los dioses se irán de la tierra, regresarán al cielo y abandonarán Egipto. Este país que fue antaño el domicilio de santas liturgias, ahora es la viuda de sus dioses y no se volverá a gozar de su presencia (...) Esta tierra sacrosanta, patria de santuarios y de templos, se hallará cubierta de de sepulcros y de muertos. ¡Oh, Egipto, Egipto, de tus creencias sólo quedarán fábulas que parecerán increíbles a las generaciones futuras "

-  Pseudo Apuleyo,  24



Atsuta

" Fui a Atsuta a rendir culto. El recinto de la ermita estaba completamente en ruinas, su muro de barro se había derrumbado, oculto entre hierbajos. En un rincón, una cuerda marcaba las huellas de un templo menor; en otro había una piedra con el nombre de cierto dios que ya nadie adora. Por todas partes artemisas y helechos crecían libremente".

- Matsuo Basho   Diarios de viaje



Sendas de Oku

Las hierbas del verano;
Es todo lo que queda
De los sueños de los guerreros muertos

 -   Basho      De camino a Oku

(fot. Paul Auster) 

Las últimas cosas

" Estas son las últimas cosas. Desaparecen una a una y no vuelven nunca más. Puedo hablarte de lo que yo he visto desaparecer y ya no existe, pero dudo que haya tiempo para ello. Ahora todo ocurre tan rápidamente que no puedo seguir el ritmo. "

 -   Paul Auster        El país de las últimas cosas
   

The Second Coming


"Things fall apart: the centre cannot hold;
mere anarchy is loosed upon the world..."

La segunda venida

En giros cada vez más anchos dando vueltas,
el halcón ya no puede oír al halconero;
todo se desmorona, el centro no sostiene,
queda suelta la mera anarquía en el mundo,
la marca manchada de sangre: en todas partes
la ceremonia de la inocencia se ahoga.
Los mejores no tienen convicción, y los peores
están llenos de apasionada intensidad.
Sin duda llega alguna revelación, sin duda
ya se está aproximando la segunda venida (...)

           - W. B. Yeats   ( traducción de  J.M. Valverde)


The ruin

" Maravilloso es este muro de piedra; roto por el destino, los castillos están resquebrajados; la obra de los gigantes se desmorona. Han caído los techos, en ruinas están las torres, los portones caídos, heladas las paredes, quebrados los techos, sueltos, inútiles, socavados por el tiempo (...) Hasta ahora cien generaciones de hombres han muerto. Esta pared, gris liquen y manchada de rojo, incólume bajo las tempestades, ha sobrevivido reino tras reino... resplandecientes eran los castillos, muchas las piletas, altas las torres numerosas, grande el tumulto de los hombres, muchas las salas llenas de alegrías humanas, hasta que el fuerte destino los derribó. Cayeron las murallas; días de pestilencia sobrevivieron en soledades, la ciudad se desmoronó. "

          - The ruin    ( Elegy. Old English, s. VIII - IX . Sobre la antigua ciudad de Bath, probablemente).
                   -  De la traducción de    J.L. Borges en    Literaturas germánicas medievales,  FCE,  México, 1951 .



El cambio de siglo

" (Lady Salisbury): La generación actual puede criticarnos tanto como quiera; pero ¿conseguirán alguna vez algo tan hermoso como lo que nosotros hemos conocido?

Después de pesar minuciosamente los pros y los contras, al astrónomo real decidió al fin que el último año del siglo XIX era el de 1900 y no 1899. (...) Tres semanas después de su terminación, el 24 de enero de 1901, murió la reina de Inglaterra, lo que confirmaba el sentir general del fin de una era ".

         -   Barbara Tuchman      La Torre del Orgullo     1966



                                                           Carta a  Alexander Woolcott

" Estimado Sr. Woolcott :

Éste es el libro en el que estaba trabajando en septiembre de 1939. Ahora tengo claro que incluso en el hipotético caso de que tuviera el tiempo y la voluntad para acabarlo, el trabajo sería en vano, puesto que el mundo para el cual estaba destinado ya no existe (...) ".

        - Evelyn Waugh    carta a Alexander Woolcott   en Work Suspended    1941.


El Archipiélago

  "(...) ¿ Dónde está Atenas, dime? ¿ Se redujo a cenizas, ¡enlutado dios!,
cubriendo las urnas de los grandes antiguos, tu ciudad,
la que tú más amabas, en las sacras orillas?
¿O existe aún algún indicio suyo, para que el navegante, cuando pasa,
la recuerde y la nombre?

(...) hace mucho tiempo
que los  proféticos bosques de Dodona
no hablan ya para consuelo de los necesitados; mudo el délfico dios
está, y solitarios y abandonados se encuentran los senderos
por donde antaño, conducidos por las esperanzas,
subía el hombre preguntando a la ciudad del profeta veraz,(...) "

           -   Friedrich Hölderlin      Der Archipelagus     ( trad. de Jenaro Talens )




Septiembre en Komarov

" Finalizó el verano y llegó el mes de Elul (...) Aquel año, sin embargo, la calma se apoderó de Komarov. En los albergues, los postigos se mantenían cerrados. En el piso del rebbe, la hierba crecía libremente, pues no era pisada por nadie. En el aire flotaban las telarañas. Las manzanas, las peras y ciruelas maduraban en los árboles(...) A ciertos arbustos les retoñaban bayas de una variedad venenosa. En una ocasión, en su camino al baño ritual, el rebbe arrancó una de ellas. "Si una cosa como ésta puede convertirle a uno en cadáver - pensó -, ¿qué es un cadáver? ". La olió y la tiró. "Si todo depende de una baya, todos nuestros asuntos no son más que bayas". Cuando entró en la casa de baños, exclamó en voz alta: " Bien, demonios, ¿dónde estáis? - Sus palabras le fueron devueltas por el eco -. Al menos, que haya duendes". Se sentó en el banco, se desvistió, se quitó el tsitsit y lo examinó. "Flecos, hilos y nudos, y nada más...".

           Isaac Bashevis Singer      Alegría  en    Cuentos , ed. Lumen,   2018.


Armenia

" Aquellas pisadas podían ser de cualquiera de ellos. Harutiun Atanasian,Vartan Arakelian, Ervant y Vagarsag Hovnanian, Kevork Kestanian, Hosrov Bedrosian, Hovhannes Sahaghian o Mhritar Harutiunian, perdidos en tierras de Siberia. O las de Jirair Karakasian, Hovhannes Babikian, Zaven Saruni y Serop Surian, que murieron poco después de volver a casa, habituados en el campo a pensar que el mundo les sobreviviría, pero no preparados para afrontar esa nueva realidad: que habían sobrevivido a un mundo que había sido suyo y que ahora había desaparecido".

        - Varujan Vosganian     El Libro de los Susurros       ed. Pre-Textos, Valencia, 2010



Múnich

"¿No es en sus propias memorias donde De Chirico, en una provocadora elipse, dijo de Múnich que había sido la cuna de las dos principales calamidades de nuestro siglo: la pintura moderna y el nazismo?".

              - Jean Clair   Malinconia      ed. Gallimard, 1999.



El viejo Kyoto

" David llegó a Kyoto el 25 de diciembre de 1952, a un Kyoto que ninguno de nosotros ha visto. La ciudad seguía intacta, igual que siglos atrás, antes que cogiese ritmo el progresivo desmontaje del casco viejo y la sustitución de sus edificios por bloques de hormigón en la posguerra. La nieve caía sobre el mar de tejados que se extendía en todas las direcciones; puertas de madera y postigos atisbados entre un claroscuro brumoso de nieve, la atracción de las callejuelas... Pura magia. David se enamoró ".

         -  Alex Kerr/ Kathy Arlin       Another Kyoto.      Tokio, 2016.  



La línea de sombra

" En el barco pasan horas sin que se oiga el menor ruido, y el capitán prevé el fin de la nave, la muerte en esa calma completa: "Era inútil (…) tratar de prever la proximidad del momento. Cuando éste llegara las tinieblas absorberían silenciosamente la débil claridad que caía de las estrellas sobre el navío y sobrevendría el fin de todo, sin un suspiro, sin un movimiento, sin un murmullo".

                    Alain Corbin     Historia del silencio      ed. Acantilado, 2019.  pg. 39


El fin del mundo. 1914.

" Dios ha muerto. Se desmoronó un mundo... Se desmoronó una época. Se desmorona una cultura milenaria. Ya no hay pilares, ya no hay fundamentos que no hayan sido diluidos. Las iglesias se han vuelto castillos de arena (...) Arriba es abajo, abajo es arriba... Desapareció la finalidad del mundo a un ser supremo que lo mantenga unido. Emergió el caos. Emergió el tumulto..."

- Hugo Ball  ( cit. en "La Gran Guerra de 1914")



Hungría. 1914.

" La ciudad y el valle se escondieron en las sombras.

Sólo el cielo hacia occidente permanecía encendido.

Largos jirones de nubes flotaban en la gran bóveda. Franjas de color ceniza barrían con sus flecos el horizonte. Debajo de ellos sólo había fuego, fuego y fuego. Se había inflamado el mundo (...) Grandes lágrimas de fuego llameaban cegadoras, muchas, infinitas, como si el universo llorase brasas sobre un mar de sangre. Bajo el cielo carmesí se alzaban pesadas montañas moradas y oscuras. Su contorno se escribía nítidamente sobre el trasfondo. Los neveros de Gyalu, el Magura y, detrás, el Vlegayásza unían sus enormes cuerpos.

Largas crestas con laderas abruptas. Féretros gigantescos, féretros de muchas naciones.

Inmóviles y majestuosos esperaban bajo el incendio del mundo".


- Miklós Bánffy    El reino dividido     1940.




Penúltimo Séder de Varsovia.
"Asha Heshel permaneció callado. (...) Recordó el séder en casa de su abuelo. Recordó a sus tíos, a su madre. En Tereshpol Minor y en los pueblos de alrededor aún había primos suyos. Y en la calle Franciskaner, Menassah David estaba celebrando la Pascua a su modo particular: leyendo el Haggada y bailando en éxtasis. En Palestina, David, su hijo, estaba celebrando la fiesta con sus compañeros de colonia. Adele probablemente estaba completamente sola en su piso.(...) "Por qué hablarán tanto de milagros", pensó Asha Heshel. "Los matan en cada generación. Si no fuera por las matanzas y los saqueos, seríamos cientos de millones ahora". Miró a Yezhek, el hijo de Stepha, a Dacha y a los otros niños. Todos estaban condenados".
           - Isaac Bashevis Singer     La familia Moskat    1950


"Un Rosh Hassaná se estropea debido a que el Mesías no se presenta"
"Cada día que pasaba aumentaba la tensión. El año 5666 se aproximaba cada vez más a su fin, pero el Mesías todavía no se presentaba. Mi padre, el eterno creyente, no perdía la esperanza. Aún había tiempo. El Mesías podía presentarse cada día, a cada hora, a cada minuto (...) Durante toda la víspera del Rosh Hashaná los judíos no apartaron la mirada del cielo, atentos al amanecer. Se pensaba que, como suele ocurrir cuando unos invitados queridos aparecen en el último momento y los ojos ya se han cansado de mirar para ver si llegan, lo mismo ocurriría con el más querido de los invitados, el Mesías, que también podría llegar en el último minuto del año 5666. (...) Mi padre echó una última mirada al cielo y, con voz quebrada, mandó que diera comienzo la oración de la noche (...). Todo era cotidiano, habitual y gris como en cualquier día del exilio".

      - Israel Yehoshua Singer    Fun a Welt Wos Is Nishto Mer      1947.

Al otro lado
"En el mismo instante en que pisé el vagón y vi a través del cristal a los hermanos, el mundo se partió para mí en dos mitades. Todo cuanto había existido antes desapareció, se convirtió en un recuerdo confuso, en algo que estaba al otro lado del espejo, y ante mí se abría un futuro que no quería soldarse con el pasado. (...) Ese cambio se manifestó, sobre todo, en una indiferencia absoluta hacia todo cuanto quedó atrás, ya que sentó la total seguridad de que todos habíamos entrado en la vía de un irremediable exterminio. A uno le quedaba, tal vez, una hora; a otro, una semana o quizás un año, pero el final era idéntico. El final de todo: de los familiares, de los amigos, de Europa, de mi madre..."
                  - Nadiezhda Mandelstam       Contra toda esperanza    1970.

Frente de Galitzia
"La ciudad está destruida, saqueada. Una ciudad extremadamente interesante. La cultura polaca. Una población judía muy antigua, rica, original. Esos mercados espantosos, esos enanos en caftán, en caftanes y papillotes, los ancianos antiguos. La calle de las Escuelas, 9 sinagogas, todo está en ruinas (...)
La carretera, los alambres de espino, los bosques cortados, y tristeza, tristeza sin fin. Nada que comer, nada que esperar, la guerra, todos son igualmente malos, igualmente extranjeros, hostiles, salvajes, cuando hubo una vida tranquila y sobre todo llena de tradiciones".
                                 - Isaak Bábel     Diario de 1920.


1918.
"(...) la desilusión. "Todas las grandes palabras dejaron de tener sentido para esa generación", escribió D.H. Lawrence a modo de sencillo resumen para sus contemporáneos. Si alguno de ellos optó por recordar - aunque fuera con un profundo dolor -, como Emile Verhaeren, "el hombre que solía ser", ello se debió a que sabía que las grandes palabras y creencias de la época anterior a 1914 nunca volverían".

             - Barbara W. Tuchman     Los cañones de agosto  



King Lear
GLOSTER .- Los pasados eclipses del sol y la luna no presagiaban nada bueno. Aunque la razón los explique dentro del orden de la Naturaleza, la Naturaleza padece los consiguientes efectos. ¡Frialdad en el amor, amistades perdidas, disensiones entre hermanos, revueltas en las ciudades, discordia entre los Estados, traiciones en los Palacios! ¡Y quebrantados los vínculos entre los hijos y los padres! (...) De nuestros tiempos hemos visto ya pasar lo mejor. Intrigas, perjurios, traiciones, cataclismos asoladores nos perseguirán sin tregua hasta el sepulcro. Descubre a ese infame, Edmundo, nada perderás en ello. Procede con cautela. ¡Y el noble, el abnegado Kent desterrado! ¿Su delito? Honradez. ¡Inexplicable todo! 

      - W. Shakespeare  El Rey Lear  Escena II  (trad. de Jacinto Benavente)


Del Castillo de Praga

En un determinado momento, dentro de los cuadros, relieves y grabados que el Emperador Rodolfo II está acumulando en su renovado castillo de...

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