lunes, 18 de abril de 2011

Petropolis




1941. Instalado en una villa cercana a Petropolis, en Rio, Stefan Zweig que ha llegado a Brasil con su mujer, Lotte, huyendo del nazismo, de la guerra europea, intenta rehacer su vida escribiendo, trabajando de nuevo.

Durante cinco meses proseguirá con la rutina, el esfuerzo en que se ha empeñado otra vez. Pero será inútil. El peso de todo lo que ha dejado en Europa le hace saber que no hay ya retorno posible. Su mundo ha desaparecido. Y nada le ata al futuro.

En febrero de 1942 escribe: "Me siento más angustiado que nunca:  nunca retornará el pasado desaparecido y nunca lo que nos espera nos devolverá lo que ese pasado nos había dado".

Europa moría. Nada quedaba del Imperio Austro-Húngaro. Auschwitz ocupaba su lugar. Los alemanes aún no habían sido derrotados en Stalingrado. Ese mismo mes Zweig y Lotte finalizarán sus vidas en el balneario de Petropolis, donde se habían refugiado.

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